A DVIENTO SE CARACTERIZA POR SER UN TIEMPO EN EL QUE SABEMOS CUÁNDO
LLEGARÁ EL M ESÍAS , COMO N IÑO , EN B ELÉN , LA N OCHEBUENA
(Domingo I – TA – Ciclo A – 2008.2)
“A la hora menos pensada, llegará el Hijo del hombre” (cfr. Mt 24,
37-44). La Iglesia nos introduce en el tiempo litúrgico del Adviento con el
pasaje en el que Jesús advierte acerca de Su Segunda y última Venida, en
el Día del Juicio. El Adviento se caracteriza por la espera del Mesías, como si
todavía no hubiera venido, mientras que la lectura que introduce al tiempo
de Adviento, señala la espera del Mesías, pero en su venida definitiva. Para
esperar al Mesías que debe nacer, la Iglesia nos introduce en el Adviento
con el pasaje de la espera del Mesías que debe venir por última vez:
“Cuando venga el Hijo del hombre”.
Es decir, la Iglesia nos propone hacer un paralelismo entre el tiempo
del Adviento y el tiempo de la Iglesia, que son los últimos tiempos: por un
lado, el Adviento, tiempo con el cual se inicia un nuevo ciclo litúrgico, se
caracteriza por la espera de la venida del Mesías por parte de la Iglesia, que
debe nacer como Nio, según las profecías: “Una virgen dará a luz un nio”,
mientras que por otro, todo el tiempo de la Iglesia tiene el mismo sentido
del Adviento, que es esperar al Mesías: “Cuando venga el Hijo del hombre”.
Toda la Iglesia, desde la Encarnación hasta el fin de los tiempos, se
coloca en la posición expectante que caracteriza al Adviento: esperar al
Mesías.
En este pasaje, Jesús dice que en los últimos días, antes de su Venida
definitiva, la humanidad vivirá como en los tiempos de Noé: en tiempos de
Noé, es decir, antes del diluvio, no había conciencia de peligro inminente ni
de catástrofe universal: la gente se comportaba como en tiempos de
normalidad, y sin embargo, el agua terminó con toda vida humana, excepto
los elegidos por Dios.
En los últimos tiempos, los tiempos en los que vendrá el Mesías, la
humanidad se comportará de la misma manera a como se comportó hasta
el día del diluvio, y de la misma manera a como se comportó en el
momento del nacimiento en Belén: sin preocuparse por Dios, ni por su
existencia, ni por su venida.
Por otra parte, hay un paralelismo entre la Venida definitiva y la
Primera Venida del Hijo del hombre: en tiempos de la llegada del Mesías a
la tierra, la gente vivirá en la más completa normalidad, sin esperar que se
cumplan las profecías mesiánicas; habrá también un diluvio, pero esta vez,
no de agua, sino de gracia divina, y en vez de la muerte de la humanidad,
como ocurrió con el diluvio universal, con el nacimiento del Salvador vendrá
la Vida para la humanidad, una vida nueva y divina, eterna, la misma vida
de Dios Trino, comunicada a los hombres por el Hijo de Dios nacido como
Niño.
En tiempos de Noé, la humanidad vivía la noche de la ignorancia de
Dios, y eso atrajo la ira de la justicia divina, que se descargó bajo forma de
lluvia torrencial; en la Primera Venida, el Hijo del hombre vino en la noche,
ignorando los hombres que Aquél que nacía en un pobre Portal en Belén era
Dios Hijo encarnado, y lo que hizo que viniera a este mundo, fueron el
inmenso amor y la infinita misericordia divina que la Trinidad de Personas
en Dios poseen hacia la humanidad.
Los tiempos de Dios no son los tiempos de los hombres, en tiempos
de Noé, su justicia divina llegó sin que nadie lo esperara; en la última
Venida, vendrá también inesperadamente, “como un ladrn”, dice el
Apocalipsis 1 ; en su Primera Venida, vino también sin que nadie lo esperara
y sin que nadie se diera cuenta.
En el diluvio, en tiempos de Noé, e l agua material inundó la tierra y
se llevó la vida de la humanidad; en la Primera Venida, como Dios Niño, la
gracia divina, que brota del corazón del Niño Dios como de un manantial,
inundó las almas de la vida divina. Si en tiempos de Noé el agua arrasó con
la vida humana, con la Venida del Hombre -Dios como Niño en Belén, el
agua, que brota de su corazón como un río de vida, inunda a los hombres
con la vida de Dios Trino.
“A la hora menos pensada, llegará el Hijo del hombre”. El diluvio lleg
a la hora menos pensada; al fin de los tiempos, el Justo Juez llegará a la
hora menos pensada; a diferencia del diluvio y del fin de los tiempos,
Adviento se caracteriza por ser un tiempo en el que sabemos cuándo llegará
el Mesías, como Niño, en Belén, la Nochebuena.
Padre Álvaro Sánchez Rueda
1 Cfr. Ap 16, 15.