Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A
Santo Tomás de Aquino
La Ascensión
Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos les bendijo; y
aconteció, que mientras los bendecía, se apartó de ellos, y era llevado
al cielo.
Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalén con
grande gozo. Y estaban siempre en el templo, loando y
bendiciendo a Dios Amén. (v. 50-53.)
(BEDA.) Omitiendo todo lo que había hecho el Señor en el espacio
de cuarenta días con sus discípulos, el evangelista pasa del primer día
de su resurrección al último día en que subió a los cielos,
diciendo: "Los sacó fuera, hasta Betania"; primero por el nombre de la
ciudad, que quiere decir casa de obediencia. El que había bajado del
cielo por la desobediencia de los malos, subió por la obediencia de los
convertidos; además, por el lugar que ocupaba la ciudad, que según
se dice estaba a la falda del monte de las Olivas, porque la casa de la
Iglesia obediente, debía estar a la falda del monte mismo (esto es, de
Cristo), en donde ha colocado los fundamentos de la fe, de la
esperanza y de la caridad. Los bendijo, a quienes había mandado
enseñar. Por esto sigue: "Y alzando las manos los
bendijo" . (TEÓFILO) Les infundió la fuerza conservativa hasta la
venida del Espíritu Santo: y quizá nos enseñó que cuantas veces nos
separamos, recomendemos a nuestros subordinados por las
bendiciones Señor.
(ORÍGENES.) El acto de levantar las manos y bendecirlos, significa
que el que bendice debe estar adornado de buenas y heroicas obras,
para bien de los demás; por esto levantó las manos al cielo.
(CRISÓSTOMO.) Obsérvese, que el Señor nos hace ver sus
promesas: había ofrecido que resucitarían los cuerpos; resucitó Él de
entre los muertos, y confirmó a sus discípulos en esta creencia, por el
espacio de cuarenta días. Ofreció también que seremos arrebatados
por los aires, y probó esto también por medio de las obras.
Prosigue: "Y aconteció, que mientras los bendecía" ,
etc. (TEÓFILO.) Elías también parecía ser llevado al cielo, pero el
Salvador mismo ascendió al cielo como precursor de todos para
presentarse el primero a la vista del Padre en su cuerpo sacratísimo: y
ya es honrada nuestra naturaleza en Cristo por todos los ángeles.
(CRISÓSTOMO.) Pero dirás: ¿a mí qué me interesa? Como que tú
serás igualmente llevado a los cielos; porque tu cuerpo es de la
misma naturaleza que el cuerpo de Jesucristo. Tu cuerpo, pues, será
tan ágil, que podrá atravesar los espacios; porque así como la cabeza,
es el cuerpo; como el principio, así el fin. Véase cómo fuimos
honrados por este principio. El hombre era la clase más ínfima de las
criaturas racionales; pero los pies se hicieron semejantes a la cabeza;
fueron sublimados al regio alcázar, por virtud de Jesucristo, su
cabeza.
(BEDA.) Habiendo subido el Señor a los cielos y adorado sus
discípulos el último lugar que pisaron sus pies, volvieron
apresuradamente a Jerusalén, a donde se les había mandado esperar
la promesa del Padre. Prosigue: "Y ellos, después de haberle adorado,
se volvieron" , etc. Estaban poseídos de una grande alegría, porque
después del triunfo de la resurrección, habían visto a su Dios y Señor
penetrar en los cielos. (GRIEGO) Y velaban, ayunaban y oraban,
porque no descansando en sus propias casas, sino esperando
constantemente la gracia de lo alto, estaban siempre en el templo,
aprendiendo en él, entre otras virtudes, la piedad y la honestidad.
Prosigue: "Y estaban siempre en el templo". (TEÓFILO) Todavía no
había venido el Espíritu Santo, y ya vivían espiritualmente. Al principio
estaban encerrados; pero ahora ya no tenían inconveniente en
presentarse delante de los príncipes de los sacerdotes, sin
preocuparse de las cosas del mundo: antes bien, despreciándolo todo,
alababan todos a Dios. Prosigue: "Loando y bendiciendo a Dios.
Amén". (BEDA.) Obsérvese que San Lucas se distingue por el toro,
entre los cuatro animales del cielo, porque el toro se ofrecía como
víctima por los sacerdotes, y en atención a que se ocupó del
sacerdocio más que los otros evangelistas; además empezó su
Evangelio por el ministerio sacerdotal de Zacarías en el templo, y lo
concluyó con la reunión de los Apóstoles en el templo; no ofreciendo
sacrificios cruentos, sino como ministros del nuevo sacerdocio,
alabando y bendiciendo a Dios, para prepararse así a recibir
dignamente la venida del Espíritu Santo. (TEÓFILO.) A los que,
imitando nosotros, vivamos siempre una vida perfecta, alabando al
Señor, a quien se debe toda gloria, toda bendición y toda virtud, por
los siglos de los siglos. Amén.
( Santo Tomás de Aquino, Catena Aurea, Tomo IV, Cursos de
cultura católica, Buenos Aires: 1946, pág. 547-548)