Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A
San Juan Crisóstomo
XXIV: Homilía primera sobre la Ascensión del Señor.
(…)
En el primer Libro, oh querido Teófilo, traté de todas las cosas...
Con decir primero, lleva nuestro pensamiento a otro Libro, para que
investiguemos a cuál Libro llama primero. Porque si solamente
hubiera publicado éste, no diría: En el primer Libro traté … Por aquí se
ve que éste es el Libro segundo, y que ya había escrito el primero. Y
de qué tratara en ese primero, lo indica él mismo: En el primer Libro,
oh caro Teófilo, traté de todas las cosas que Jesús hizo y enseñó. Da
modo que da a entender que en el Libro aquel primero no comprendió
los Hechos sino solamente el Evangelio: en el primer Libro; que no es
acerca de lo que Pedro y Pablo hicieron, sino de lo que Jesús hizo y
enseñó. De manera que queda claro ser Lucas, aquel que
primeramente escribió el Evangelio, quien publicó los Hechos.
Pero, con todo, ¡atiende! ¡Veamos si en realidad fue él! En el primer
Libro, oh caro Teófilo, traté de las cosas que Jesús hizo y enseñó,
hasta el día en que fue levantado al cielo, una vez que, movido por el
Espíritu Santo, hubo tomado sus disposiciones acerca de los apóstoles
que se había elegido. Como si dijera: "Ya referí los hechos y
enseñanzas del Salvador hasta llegar a la Ascensión. ¡Atended, os
ruego! Dice pues: mi primer Libro abarca las obras y doctrina del
Señor y llega ese Libro hasta la Ascensión. Advertirás, desde luego,
que ni Mateo del todo, ni Marcos sino en parte ni Juan abarcaron todo
el Evangelio hasta la Ascensión, sino únicamente Lucas.
(…)
De manera que ni Juan ni Mateo hicieron en absoluto mención de la
Ascensión, y Marcos no la narró largamente. En cambio, Lucas llevó
en pormenor su narración hasta la Ascensión.
Y por esto dice: En el primer Libro, oh caro Teófilo, traté de todo lo
que hizo Jesús y enseñó hasta el día en que tomó sus disposiciones
acerca de los apóstoles que había elegido. ¿Quién es este Teófilo? En
aquel tiempo era Prefecto; y estando en la Prefectura abrazó la fe
mediante la predicación.
Y a la manera que el Procónsul de Chipre recibió la predicación de
Pablo en su Proconsulado, así Teófilo, siendo Prefecto, aceptó la
predicación por el ministerio de Lucas. Y luego rogó al bienaventurado
Lucas que le escribiera los Hechos de los Apóstoles. "Ya me
enseñaste, como si dijera, los Hechos del Salvador; ahora enséñame
también los Hechos de los discípulos suyos". Y por esto Lucas le
dedica este segundo Libro.
Porque el Evangelio según Lucas fue escrito para Teófilo. Y de
dónde pueda esto probarse, lo indica el mismo Lucas: "Puesto que ya
muchos han intentado escribir la historia de lo sucedido entre
nosotros, según que nos ha sido trasmitida por los que, desde el
principio, fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me ha
parecido también a mí, después de informarme exactamente de todo
desde sus orígenes, escribirte ordenada mente, óptimo Teófilo, para
que conozcas la firmeza de la doctrina que has recibido" . Eso
de "óptimo" , es como si dijera excelentísimo; porque en aquel tiempo
la dignidad de la Prefectura se concedía a los más excelentes. ¿De
dónde aparece esto? El Presidente Festo dice a Pablo: ¡Deliras, Pablo!
El cual respondió: ¡No deliro, excelente Festo!, refiriéndose al
Presidente. Pues el mismo sentido tiene aquí eso de "óptimo Teófilo" .
Habiendo, pues Lucas hablado del Evangelio como de su primer
Libro que había dedicado a Teófilo, en seguida dedica también este
segundo al mismo Teófilo. ¿Cuál Libro?: En el primer Libro, oh
excelente Teófilo, traté de todas las cosas que hizo y enseñó Jesús. Y
¿hasta dónde llegaste en tu narración? Hasta el día en que fue
levantado al cielo, una vez que movido por el Espíritu Santo, tomó las
disposiciones acerca de los apóstoles que había elegido. Y se expresa
así por una transposición o hipérbaton. Como si dijera: "Compuse al
principio mi Evangelio y llegué hasta el día en que fue elevado al cielo,
después de que dio sus mandatos a los apóstoles que se había
elegido". ¡Atiende, te ruego! A los cuales, después de su pasión, se
dio a ver a sí mismo vivo. Advierte la confianza del Evangelista.
Porque ni en los Hechos de los Apóstoles hizo a un lado la teología.
Por esto no dijo: a los cuales se apareció, sino a los cuales se
manifestó El mismo vivo. Porque ya había dicho el Salvador: ¡Destruid
este templo y en tres días lo reedificaré! A los cuales se manifestó
vivo después de su pasión, de muchas maneras, apareciéndoseles por
cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
¡Atiende, te ruego ! En muchas ocasiones, durante cuarenta días,
apareciéndoseles y hablándoles del reino de Dios. Durante esos
cuarenta días no se les aparecía cada día. Porque después de la
resurrección dio a su cuerpo una grande fuerza persuasiva en relación
con la fe. Y para no destruir esa fuerza grande no se les aparecía más
frecuentemente. Porque convenía que después de su resurrección
apareciera con señales de su divinidad y que no se dejara ver con
mayor frecuencia. Por esto dice: en muchas ocasiones, durante
cuarenta días. Porque no se dejaba ver constantemente, pero esas
apariciones eran argumentos demostrativos de ser El mismo. Porque
se les aparecía variando la figura, la voz, la forma. Muchas veces se
presentaba a los apóstoles y éstos no lo reconocían.
Se presentó a Pedro y a sus compañeros cuando andaban
pescando, y les dice: ¡Hijitos! ¿Tenéis algo para comer? Y no lo
reconocieron ni en su forma ni en su voz. Y les dice: ¡Echad la red a la
diestra de la nave y encontraréis! Y como la hubieran echado,
cogieron grande cantidad de pesca. De manera que cuando no lo
conocían por el aspecto, lo conocían por las señales de virtud y poder.
Por lo cual el Evangelista Juan dice a Pedro: ¡Es el Señor!; no porque
la vista se lo persuadiera, sino por el milagro de su poder. Por Io
mismo Lucas clama: En muchas ocasiones apareciéndoseles y
habiéndoles del reino de Dios durante cuarenta días.
Mas, no solamente se dejaba sentir, algunas veces así su presencia,
sino que algunas veces era visto en su forma. Examinando con
cuidado los hechos, observamos que el Salvador, después de la
resurrección fue visto once veces por los apóstoles, y luego fue
elevado a su Padre. Y esto ¿por qué? Porque tenía once discípulos,
una vez que Judas había sido expulsado del Colegio apostólico, y a
causa de su nefanda traición había perdido su puesto y dignidad. Por
esto, pues, se aparece once veces a sus discípulos. Y no a todos a la
vez, sino de varios modos: unas veces a éstos y otras a otros. Como
cuando se apareció a los diez aquéllos, pero estando ausente Tomás,
y luego estando ya presente.
Pero ahora investiguemos cómo consta que se apareció once veces
porque tenía once discípulos. Primero se apareció a María cuando ella
se iba ya del sepulcro, y luego a las otras mujeres. Porque antes que
todos los otros lo vieron las mujeres. Y a ellas se refiere el
bienaventurado Isaías y les dice: ¡Mujeres que venís del espectáculo!
¡Venid y anunciadnos! De manera que se apareció a las mujeres. Y si
alguno de vosotros quiere ir siguiendo el cálculo, vea si acaso nos
equivocamos. En primer lugar, a las mujeres; es decir, a María y a las
otras. Luego a Pedro. En seguida a Cleofás y su compañero en el
camino, cuando iban a Emaús y fue reconocido en el partir del pan.
¿Cómo nos consta esto? ¡Digo que se haya aparecido a Pedro antes
que a estos dos! Entraron ambos en el Cenáculo aquella tarde, Cleofás
y su compañero, para anunciar a los discípulos haber visto al Señor. Y
se encontraron con los apóstoles que les decían: ¡Verdaderamente
resucitó el Señor y se apareció a Simón! Cuando aquellos dos
anunciaban lo que habían visto, ya había precedido la noticia de que
Pedro había visto al Señor. Esto mismo significa Pablo con estas
palabras: Os he trasmitido en primer lugar lo que yo mismo he
recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;
y que resucitó y que fue visto por Cejas y luego por los once
discípulos . Primero a Pedro y luego a los otros.
De manera que se apareció primero a las mujeres; luego a Pedro,
en tercer lugar a Cleofás y su compañero; luego a los diez
discípulos estando a puerta cerrada y no estando presente Tomás ;
luego a los once discípulos, ya presente Tomás. Ya se ha aparecido
por cinco veces. Luego a quinientos hermanos pues así lo indica Pablo
con estas palabras: Luego fue visto por más de quinientos hermanos
una vez, de los cuales muchos viven todavía Y es la sexta vez.
Luego fue visto por aquellos siete, junto al mar de Tiberíades,
cuando pescaban. Luego, por Santiago, según Pablo. En seguida por
todos los apóstoles. ¡Atiende, te ruego! Tienes, pues, en primer lugar,
a las mujeres; luego a Pedro, a Cleofás y su compañero, la visión de
los once apóstoles, la de los quinientos hermanos. ¡Van seis! Luego la
séptima a aquellos siete; la octava a Santiago; la novena a los setenta
discípulos; la décima en el monte de Galilea; la once en el monte de
los Olivos. ¡Absurdo sería que nosotros no repitiéramos esta cuenta
para confirmación de la misma, cuando el Señor, después de la
resurrección muchas veces repitió el saludo de paz! Tienes, pues:
primero a las mujeres; en segundo lugar a Pedro; en tercer lugar a
Cleofás y su compañero; en cuarto lugar a los diez apóstoles; en
quinto lugar a los once apóstoles; en sexto lugar a los quinientos; en
séptimo lugar a aquellos siete; en octavo lugar a Santiago; en noveno
lugar a los setenta discípulos; en décimo lugar, en el monte de
Galilea; y en decimoprimer lugar en el monte de los Olivos.
Apareciéndoseles por cuarenta días y habiéndoles del reino de
Dios. Y habiéndolos reunido les ordenó que no se apartaran de
Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre, que oísteis de
¡Oh paciencia grande del Salvador! ¡oh abundante bondad! ¡Oh
benignidad inefable! ¡Pase, oh Señor, que antes de tu pasión hayas
convivido con ellos y te hayas sentado a la mesa con ellos! Pero,
después de la resurrección, ¿por qué comes con ellos? ¡Para confirmar
y certificar más, dice El, a Tomás acerca de la resurrección. Porque, si
aun después de que todo esto se ha realizado, todavía hay algunos
que no creen en la resurrección, si esto no se hubiera realizado, si El
no hubiera comido y bebido con ellos ¿quién habría podido refrenar la
boca desenfrenada de los que afirman y sin motivo se atreven a
proferir cualquier cosa acerca de la providencia del Salvador?
Por aquí aprendemos a honrar la divina y mística mesa. Ha
sucedido con frecuencia que lo que no pudieron enmendar los
sermones lo enmendó la mesa divina. Muchas veces, infinitos
conciliadores no pudieron arreglar ni siquiera una enemistad; y en
cambio, una sola participación de esta mesa, apaciguó la discordia.
¡Toma, pues, tú, argumento de las cosas que han sucedido, para
estas otras! Nunca cesábamos de ser enemigos de Dios, haciendo
guerra contra la palabra divina, como dice Pablo: Cuando éramos
enemigos de Dios fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su
Hijo! ¡Éramos enemigos de Dios! ¡Fue enviada la Ley y no nos
reconcilió! ¡Vinieron los profetas y no nos persuadieron! ¡Los que eran
enemigos de Dios, enemigos y contrarios suyos permanecieron! Hubo
muchos tiranos de la verdad, muchos enemigos de Dios, muchos
adversarios de la piedad. Abundaron las palabras, abundaron las
doctrinas: pero no pudieron calmar la guerra. Vino Cristo, dispuso la
mesa, se dio a sí mismo como alimento, y dijo: ¡Tomad y comed!; y al
punto aplacó la guerra y consiguió el triunfo de la paz.
En Egipto Dios cargó de plagas a su enemigo, pero nadie le
obedeció; hirió a los tiranos, y nadie hizo su voluntad. Aquí se nos
propone a sí mismo como alimento; y una vez que lo has comido, te
persuade. Guando es comido, lo repito, en la mesa mística. Porque
dice: Yo soy el Pan vivo que bajó del cielo y da la vida al mundo. Y El,
mientras comían, les hablaba del reino de Dios; y les ordenó que no
se apartaran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa de Dios
Padre, la que oísteis de mí. Pase, Señor, que hayamos oído de Ti esto,
pues dijiste subo a mi Padre 61 y yo lo llamaré y enviaré a vosotros al
Espíritu de verdad, al Paráclito. ¡Tú dijiste esto! Pero el Padre ¿cuándo
lo prometió? Y no dijo que esperaran mi promesa, sino la promesa del
Padre que oísteis de mí. En verdad dice El: mi Padre os lo prometió y
yo os lo recordé. Mas ¿dónde lo prometió el Padre? ¡Aunque revuelvas
todo el Evangelio, no encontrarás la voz del Padre que prometa dar el
Espíritu Santo a los discípulos! ¿En dónde, pues, lo prometió? ¡En los
profetas, como lo dice Pablo: Pablo, siervo de Jesucristo, llamado al
apostolado, elegido para predicar el Evangelio de Dios que
anteriormente había prometido por sus profetas en las santas
Escrituras, acerca de su Hijo.
Habiendo, pues, prometido anteriormente el Evangelio, prometió
también por lo mismo dar el Espíritu Santo. ¿En dónde consta esa
promesa del Espíritu Santo? Os lo pregunto, como si yo fuera uno de
vosotros. Porque verdaderamente yo soy uno de vosotros por la fe y
la caridad en Cristo. Muchas veces lo he dicho a vuestra caridad: que
es por una división al modo humano por lo que hablo de ovejas y
pastores. Respecto de Cristo, todos somos ovejas. Porque tanto los
pastores como los apacentados, todos somos apacentados por el
único Pastor de allá arriba.
Pero ¿en dónde está la promesa? Dice Dios por el profeta Joel; En
los últimos días, dice el Señor omnipotente, derramaré mi Espíritu
sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas ¡He
aquí pues que está la promesa! Y la realización ¿cuándo? Cuando bajó
el Espíritu Santo sobre los apóstoles y les hizo la distribución de
lenguas, y hablaban diversas lenguas. Se les sospechaba ebrios, y
dice Pedro: Varones israelitas: ¿por qué miráis a éstos como si
estuvieran ebrios cuando apenas es la hora tercia? Sino que esto es lo
dicho por el profeta Joel: Y sucederá en los últimos días, dice Dios,
que derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Esta es la promesa del
Padre. Pero ¿en dónde consta ser promesa de la persona del Padre?
Porque yo sé que también el Hijo habló en las profecías. ¿De dónde,
pues, queda en claro que fue el Padre el que esto dijo?
Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros
hijos y vuestras hijas. Daré, dice, prodigios arriba en el cielo, y
señales abajo en la tierra: sangre, fuego y humo. Cuanto a la sangre,
muchas veces he dicho que es la sangre que brotó del costado.
Porque gran señal fue ver sangre brotando de un cuerpo muerto,
sangre que manaba del costado y fuego que descendía sobre los
apóstoles. Sangre y fuego y nubes de humo. El sol se convertirá en
tinieblas y la luna en sangre antes de que llegue el día del Señor,
grande y manifiesto. Advierte cómo habla el Padre y se refiere al Hijo,
cuando dice: Antes de que venga el día del Señor, grande y
manifiesto . No dice mi día. ¿Cómo es eso? Si tú das las señales, ¿por
qué traspasas el sentido a otro y dices: antes de que venga el día del
Señor, grande y manifiesto?
¡Atiende! Pudiera ser que alguno dijera que el profeta habla en
propia persona al decir: antes de que venga el día. Pero es el caso
que ciertamente no podía decir él: Derramaré mi Espíritu sobre toda
carne antes de que venga el día del Señor, grande y manifiesto. Y
todo el que invocare el nombre del Señor se salvará. De manera que
es Dios quien esto dice por medio de los profetas. Y Pablo añade; El
es el Señor de todos, rico para los que lo invocan. Porque todo el que
invocare el nombre del Señor se salvará. Y luego, declarando que esto
se dijo de Cristo, añade: Pero, ¿cómo invocarán a aquel en quien no
han creído? Y ¿cómo creerán sin haber oído de Él? Y ¿cómo oirán si
nadie se los predica? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? ¡Como
está escrito; cuan hermosos los pies de los que anuncian el bien y la
paz!.
¡Atiende, te ruego! Les ordenó , dice, no apartarse de Jerusalén sino
esperar la promesa del Padre, la que oísteis de mí. Porque Juan
bautizó en agua; pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
no después de muchos días . Porque después de los cuarenta días
habría diez hasta Pentecostés, cuando apareció el Espíritu Santo y
bautizó a los apóstoles no con agua sino con fuego.
Por aquí se resuelve una cuestión suscitada por muchos. Porque
muchos han preguntado si acaso los apóstoles fueron bautizados con
el bautismo evangélico, antes de la pasión del Señor. Por nuestra
parte no diremos nuestro parecer ni nos atendremos a humanos
raciocinios en tan grande controversia; sino que nos atendremos a las
Escrituras. Encontramos que los apóstoles antes de la Pasión de
Cristo, recibieron el bautismo de Juan Bautista. Pero el Salvador,
antes de su pasión, no dio otro bautismo para no abrogar la
predicación de Juan, ni dar motivo a los judíos de contradecirlo, si
acaso dijeran que con injuria del bautismo de Juan, había Ei1
instituido su propio bautismo. Dejaba que por mientras tuvieran
aquella prenda de agua y les reservaba para después la gracia del
Espíritu Santo.
Y por esto, como a quienes no habían aún recibido el Espíritu
Santo, les dice: ¡Recibid el Espíritu Santo! y luego añadió: id a
Jerusalén y ahí esperad la promesa del Padre que oísteis de mí.
Porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo no después de muchos días. Ya no serán bautizados con
agua, pues ésta ya la habían recibido, sino con el Espíritu Santo. No
añadió agua más agua, sino que completó lo que faltaba: Vosotros
seréis bautizados con Espíritu Santo no después de muchos días. Es
decir, después de diez días.
Más, ¿para qué se necesita este intervalo de tiempo? ¿Cuál
intervalo? El de esos diez días que mediaron, y en los que El ejercitó
la fe de los apóstoles. Porque habiendo cesado la gracia, y no
habiendo ya apariciones de nadie, se ejercitaba la fe de los apóstoles,
con el objeto de ver si acaso lo tenían por veraz y esperaban lo que
les había prometido. Porque lo prometió al decir: no después de
muchos días. Y no determinó el día, sino que dijo: después de no
muchos días. ¡No nos concede el Señor conocer todas las cosas, sino
que nos manifiesta así que El mantiene una cierta medida
correspondiente a su propia autoridad de Señor! Lo que oyes
apréndelo; y lo que no entiendes, no lo inquieras curiosamente.
Pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo . Pues cuando
el Espíritu Santo vino sobre ellos el día de Pentecostés, llenó toda la
casa en donde residían, a fin de que fueran bautizados con el Espíritu
Santo a la manera de con agua. Las cosas que en esta visión no caían
bajo el dominio de los sentidos, las fue mezclando con otras que sí
caían. Me refiero al don de lenguas. Fueron, pues, bautizados con el
Espíritu Santo. Y que recibir el Espíritu Santo sea lo mismo que ser
bautizados con el Espíritu Santo, lo testifica otra historia. Porque
como a Pedro lo reprendieran otros discípulos y le dijeran: ¿Por qué
has entrado en la casa de varones gentiles y los has enseñado y los
has hecho partícipes del bautismo y de los misterios?, él les
respondió: Estaba yo en la ciudad de Jope. Y un cierto Centurión
Cornelio me envió mensajeros; y fui y los instruí. Pero sucedió que
mientras yo hablaba bajó sobre ellos el Espíritu Santo, como sobre
nosotros allá al principio. Y para manifestar Pedro que al recibir
Cornelio y sus compañeros el Espíritu Santo habían sido bautizados,
dijo al punto: Y yo me acordé de las palabras del Señor, cuando
decía; Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo.
Antes, pues, de la pasión, los discípulos estaban lavados con agua.
Pero ese baño era preparación para el perdón de los pecados, y no era
participación del Espíritu Santo. Porque vino, dice la Escritura, Juan
predicando en el desierto el bautismo de penitencia para la remisión
de los pecados? Pero ¿cómo sabremos que los apóstoles recibieron
este bautismo? ¡Demostrémoslo! No dijo el Señor: Juan os bautizó
con agua, sino únicamente bautizó. Por consiguiente aún no está claro
que El haya bautizado a los apóstoles. ¿De dónde, pues, aparece
claro? ¡Escucha con prudencia! Porque cuando Pedro se resistía y
decía: ¡Señor! ¡No me lavarás los pies jamás! le respondió el Señor:
Si no te lavare no tendrás parte conmigo . Y Pedro le respondió :
¡Señor! ¡No solamente los pies, sino además las manos y la cabeza! Y
te dijo el Señor: El que está limpio no necesita sino lavarse los pies.
¿Observas cómo dio valor a lo del lavatorio? Porque en donde no se
nombra al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, sólo hay un bautismo
para penitencia; pero en donde se nombra, hay bautismo de
adopción. El Salvador no derogó el bautismo para penitencia, sino que
lo completó y le añadió el bautismo en el nombre de la Trinidad, el
bautismo con el Espíritu Santo. En cambio, los herejes, cuanto estuvo
de su parte, derogaron el bautismo instituido en el nombre de la
Trinidad. No les causó temor a estos perversos ¡a palabra del Señor:
El que está bañado no necesita sino lavarse los pies. Vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo no después de muchos días.
En seguida se descubre la insaciable curiosidad de la humana
naturaleza. Porque es propio del hombre andar siempre interrogando
¿cuándo será la consumación de los siglos? ¿Cuándo vendrá Cristo?
¿Después de cuántos años vendrá el acabamiento? ¿Cuándo
aparecerá el reino de los cielos? Y los apóstoles, sujetos a las miserias
humanas, preguntan al Salvador: Así pues, los que se habían reunido
le preguntaban diciendo: ¡Señor! ¿Es ahora cuando vas a establecer el
reino de Israel? Como antes les había dicho: Cuando venga el Hijo del
Hombre en su gloria, por esto le dicen ahora: ¿Es ahora cuando...?
Querían saber si estaba ya cercana la expectación o si aún se tardaba
la salud. A ellos el Salvador les respondió: ¡No os toca a vosotros
conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud
de su poder soberano!
No les era lícito a los apóstoles ni siquiera el explorar los tiempos ¿y
les será lícito a los herejes el andar escrutando la substancia que
excede a todo tiempo, y la eterna Naturaleza? Cuando algún hereje te
hiciere esta pregunta: ¿Cómo engendró el Padre? ¿Qué modo tiene la
divina generación?, respóndele con la palabra del Señor: No os toca a
vosotros conocer los tiempos ni los momentos. No os toca a vosotros
conocer la generación de la Substancia divina. Pero, no solamente no
os toca a vosotros, ni siquiera a los ángeles ni a los arcángeles, ni a
ninguna Potestad creada!
Pues entonces ¿quién puede conocerla? ¡Nadie conoce al Padre sino
el Hijo, ni al Hijo conoce nadie sino solamente el Padre! Y del mismo
modo, nadie conoce las profundidades de la Substancia divina sino
solamente el Espíritu de Dios. De manera que no os toca a vosotros
conocer los tiempos ni los momentos. ¿No te infunde respeto el modo
que guardan los apóstoles? A ellos, que habían vivido con el Salvador,
a quienes El se apareció, a quienes iluminó, no se les permite conoce;
sino que se les advierte que guarden el modo que les corresponde y
no lo traspasen; y escuchan aquello de: No os toca a vosotros conocer
los tiempos ni los momentos ¿y tú los andas escrutando? Conoció los
tiempos Daniel, conoció los momentos. Puesto que dice: Setenta
semanas están prefijadas sobre tu pueblo. Desde la salida del decreto
sobre la restauración del templo, siete semanas y sesenta semanas y
dos y una. Este, pues, pudo conocer los tiempos. Pero, desde aquella
noticia de los tiempos, refrena Él la audacia de los hombres para que
conozcan que si no se les permite conocer estos tiempos, mucho
menos deben andar escrutando la divina generación: No os toca a
vosotros conocer los tiempos y los momentos que el Padre ha fijado
en virtud de su poder soberano.
¿De manera que el Hijo no los puso en su potestad propia, sino que
en la potestad del Padre están los siglos y los tiempos y el Hijo nada
tiene en esto de común con el Padre? Pero, si el Hijo nada tiene de
común con el Padre acerca del conocimiento de los tiempos, los
momentos y los siglos, miente Pablo cuando dice: Últimamente en
estos días nos habló por su Hijo, a quien hizo autor de los siglos. Si
pues el Hijo es autor de los siglos, éstos están en su potestad; y es lo
mismo que dijo Pablo: a los cuales el Padre ha fijado en virtud de su
poder soberano. Porque llama Poder o potestad del Padre al Hijo; del
mismo modo que lo llama Sabiduría y Virtud del Padre. Porque Cristo
es Virtud de Dios y Sabiduría de Dios.
No os toca a vosotros conocer los tiempos ni los momentos , sino
que recibiréis la virtud del Espíritu Santo que descenderá sobre
vosotros . Recibiréis ciertamente la virtud, pero no para que escrutéis
los tiempos y los momentos; sino pasa que deis fe al Señor. Y seréis
testigos míos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los
extremos de la tierra . No te fijes en el orden de las palabras, sino
mide el poder de la autoridad. Aquí dice: predicad en todas partes. Lo
otro nos indica su poder, si es que el éxito acompaña a sus palabras.
Porque también yo puedo, abusando de la autoridad arrogantemente,
decir a unos cuantos domésticos, aunque sean pocos, o bien a mis
hermanos: ¡Id a las naciones y enseñad a todos y convertidlos! ¡Dad
muerte a los bárbaros y derrocad a cuantos se opongan a mi imperio!
Las palabras se pronunciarán, pero los hechos no se seguirán; y así
seré cogido, no solamente como mentiroso, sino además como
arrogante y temerario, y seré castigado.
Examínense, pues, las palabras del Salvador no por lo que dijo El,
sino por lo que se llevó a cabo. Dijo: ¡Enseñad a todas las gentes! Si
esta palabra no se verifica en los hechos, será una arrogancia y no
una autoridad divina. Dijo: ¡Predicad hasta los extremos de la tierra!
Si pues hubiera algún término y extremo de la tierra exento de la
predicación, la predicación sería falsa. Pero si en cambio más que las
palabras mismas resplandecen las obras, entonces los apóstoles son
testigos veraces y es veraz también Aquel de quien dan testimonio.
Y habiéndoles dicho estas cosas, viéndolo ellos se elevó. Podía
haber ascendido en secreto y no públicamente. Pero así como tuvo
por testigos de su resurrección los ojos de sus discípulos, así también
constituyó a estos mismos testigos oculares de su elevación. Viéndolo
ellos se elevó, y fue quitado de entre ellos y era llevado al cielo y una
nube lo recibió en su seno. Y como estuvieran viéndolo ellos, fue
tomado, fue elevado, era llevado hacia arriba y entró allá. Porque no
entró Cristo en un santuario fabricado por mano de hombres, sino en
el mismo cielo, para comparecer delante de Dios.
Y no solamente entró, sino que penetró. Porque dice
Pablo: Teniendo pues un Pontífice grande que penetró en los cielos ,
Jesús ¡Ascendió, se fue, fue tomado, hizo su camino, penetró!
¡Advierte! ¡Ascendió como quien tiene potestad! Para que se
cumpliera el oráculo del profeta: ¡Sube Dios entre voces de
júbilo! Alzad, oh príncipes, vuestras puertas y levantaos oh puertas
eternales y entrará el rey de la gloria. Sí ¡Entrará! Porque no entró
Jesús en un santuario hecho por mano de hombres, sino en el cielo
mismo, entrará el Rey de la gloria.
Dos cosas sucedieron: porque así como quedó estupefacta la tierra
cuando vio al Salvador vestido de cuerpo; y como cuando vemos a un
extraño solemos preguntar ¿quién es éste? ; puesto que de un
conocido no se hace esa pregunta; del mismo modo la tierra, al ver al
divino Salvador dotado de divina virtud, y que mandaba a los vientos
y al mar, dice: ¿Quién es éste que aun los vientos y el mar le
obedecen? Pues del mismo modo que la tierra clamaba ¿quién es
éste ?, así también el cielo estupefacto al ver en carne a la divinidad,
dice: ¿Quién es este Rey de la gloria?
Y observa una cosa admirable. El Salvador vino, y viniendo trajo al
Espíritu Santo; y al regresar llevó consigo allá a lo alto el cuerpo
santo, con el objeto de dar al mundo una prenda de salvación que es
la virtud del Espíritu Santo; y para que a su vez diga todo cristiano
que el Cuerpo santo es prenda de salud para el mismo mundo. Y
cuando esto digo, me refiero a ti y a todo cristiano también. Yo
cristiano soy y soy de Dios. Esto ¿por qué? Porque tengo al Espíritu
Santo que ha bajado del cielo. ¿Quieres otra señal? Recibí del cielo el
Espíritu Santo de Dios y de este modo poseo una prenda cierta. ¿Qué
prenda? Que su Cuerpo está allá arriba, pero su Espíritu está acá
abajo con nosotros.
¿Dudas acaso, oh hereje, de que somos de Dios? ¡Se ha hecho uno
solo el linaje de Dios y el de los hombres. Pues así como el parentesco
une las partes que estaban separadas; y el que anteriormente era del
todo desconocido, por la unión de un hombre y una mujer que junta
en una sola dos familias, uno viene a ser sobrino y otro viene a ser su
tío, así, al tomar Cristo nuestra carne, por medio de su carne vino
toda la Iglesia a estar emparentada con El. Pablo era pariente de
Cristo y Pedro también y todos los fieles y todos nosotros y todo
hombre piadoso también. Así lo dice Pablo: Siendo nosotros linaje de
Dios...
Y aunque bien sé en qué sentido se dijo esto, no es mi finalidad
examinar ahora todo el contenido y amplitud de su sentencia, sino
que únicamente afirmo que Pablo asienta y confirma semejante linaje
y parentesco. Y en otra parte dice: Nosotros somos de Cristo y cada
uno es miembro de miembro. Es a saber, que por la carne que
asumió, somos todos sus parientes.
En conclusión, que tenemos una prenda suya allá arriba, que es el
cuerpo que por nosotros tomó; y acá en la tierra también la tenemos,
que es el Espíritu Santo que está con nosotros.
Y advierte una cosa que es para maravillar. Yo no digo que el
Espíritu Santo bajó del cielo y que ya no está en el cielo; no afirmo
que habiendo cambiado los sitios de residencia, el Cuerpo santo está
en el cielo y el Espíritu Santo está en la tierra.
Lo que digo es que el Espíritu está con nosotros y que está en todo
lugar y que está allá en el cielo. Porque: ¿A dónde iré, dice el
salmista, que esté lejos de tu Espíritu? Mas ¿por qué te admiras de
que el Espíritu Santo esté con nosotros y también esté allá arriba,
cuando también el cuerpo de Cristo está allá arriba y está acá con
nosotros?
El cielo poseyó el santo cuerpo; la tierra recibió al Espíritu Santo.
Vino Cristo y trajo al Espíritu Santo; ascendió Cristo y llevó consigo
nuestro cuerpo. Y se pudo entonces ver a la imagen de Adán, que
había sido puesta en el sepulcro, no ya apareciendo entre los ángeles,
sino por encima de los ángeles y sentada con Dios; para que también
nosotros, por obra suya, allá estuviéramos sentados. ¡Oh disposición
tremenda y admirable! ¡Oh Rey, en todo gran Rey; tan grande, digo,
y tan admirable!
Por lo mismo, dice el profeta: ¡Señor, Señor! ¡Cuán admirable es tu
nombre en toda la tierra! ¡tu grandeza se ha levantado por encima de
los cielos! Se levantó la divinidad, como lo expresan las palabras
aquellas: Viéndolo ellos se levantó el que es grande en todo. ¡Dios
grande y Señor grande! ¡Grande es el Señor y muy glorioso y digno
de alabanza! Pero si es Dios grande, también es Rey grande: ¡Rey
grande sobre toda la tierra! ¡Los montes de Sión al lado del Aquilón,
de la ciudad del Rey grande! ¡Grande Profeta, grande Sacerdote, Luz
grande! ¡Grande en todo! La Escritura en todas partes lo alaba como
grande. Pablo dice; Del gran Dios y Salvador nuestro Jesucrist o. Y
David, por su parte, dice: Grande es el Señor y muy digno de
alabanza .
¡Gran Rey, gran Profeta! Porque cuando Jesús obraba milagros, las
turbas y el vulgo decían: Profeta grande se ha levantado entre
nosotros y Dios ha visitado a su plebe . - Ni solamente según la
divinidad es grande, sino también según la carne. Pues así como es
Dios grande y es Señor grande y Rey grande según la divinidad, así
también es Sacerdote magno y Profeta magno. ¿Cómo es esto? Dice
Pablo: Teniendo, pues, un gran Pontífice que penetró los cielos, Jesús,
Hijo de Dios, nos mantenemos adheridos a la confesión de la fe . Pero
si es Pontífice magno y Profeta magno, entonces de verdad Dios visitó
a su plebe y suscitó un Profeta grande en Israel. Y si es gran Profeta y
gran Sacerdote y gran Rey, también es Luz grande: Galilea de las
gentes, el pueblo que estaba sentado en tinieblas vio una luz grande.
Más aún: vio su día grande, como dice el profeta: ¡Antes de que
venga el día grande y terrible del Señor!
Pues, como de todas partes oigas decir grande y que sus obras son
grandes ¿de dónde se te ocurre, oh hereje, hacer división y así
disminuir ese grande? Tenemos, pues, la prenda de nuestra vida en el
cielo; juntamente con Cristo hemos sido elevados. Y además, con
certeza seremos elevados en las nubes, si es que se nos encuentra
dignos de salirle al encuentro en las nubes. El reo no sale al encuentro
del1 juez, sino que está de pie delante de él; ni se le presenta jamás,
porque no se encuentra con esa confianza. Roguemos, pues, todos
nosotros, carísimos, que seamos del número de aquellos que le
saldrán al encuentro, aunque nos encontremos en un orden inferior.
Porque, a la manera de los que salen al encuentro del rey, aunque no
todos sean de la misma dignidad, sin embargo, todos son recibidos
honoríficamente por él, así sucederá en aquel tiempo. Ya que no todos
han tenido un mismo género de vida. Porque cada uno recibirá su
premio conforme a su propio trabajo.
En consecuencia, que en nada se impida la palabra de Cristo, sino
que todos, con entera verdad, tengamos confianza en la caridad de
Cristo; y de esta manera apacentemos al pueblo y reguemos los
prados de las almas, teniendo almas distintas pero unidos los
pensamientos. El enemigo de la paz tiene su juez. Y ¡oh hermanos!,
puesto que a los hombres los persuadimos con palabras, mientras que
delante de Dios aparecemos tales como somos, El es testigo, El que
es examinador de los pensamientos, El que es quien exigirá cuentas a
todos aquellos que hablan mentira, de que nosotros nunca quisimos
ser enemigos de la paz ni ahora tampoco lo queremos ser. Puesto que
si perdiéramos la paz seríamos enemigos de aquellos que oyeron de
Cristo: ¡La paz con vosotros!
Así pues, de que queremos la paz y la anhelamos y la procuramos,
testigo es Aquel que sabe todas las cosas: ¡de los demás no diremos
una sola palabra! Porque quien espera en Dios, dador de los premios,
no usa de injurias para justificarse ante aquel supremo tribunal.
Puede Dios dar la paz. Puede confirmarla. Puede hacer las paces entre
Tos oyentes y los predicadores; entre los Doctores y los discípulos, a
fin de que comenzando así pacíficos y continuando pacíficos por entre
todos los sucesos de la vida, y perseverando en la paz, demos gloria
al Dios de la paz, o sea al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
( San Juan Crisóstomo , Homilías Tomo I, Ed. Tradición, 1976, pp.
368 -386)