“Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”.
Mt 5, 43-48
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
UN COMPROMISO SUSTANCIAL DE LA IGLESIA, ACORDARSE DE LOS POBRES
(Gal 2,10.)
Jesús sigue perfilando su fascinante e intrigante proyecto evangélico elevando cada
vez más el nivel de calidad hasta la igualdad con el Padre celestial. Jesús, que es el
Hijo de Dios, pero también hijo del hombre, se atreve a desafiar el valor y la osadía
humanos hasta lanzarlos hacia una perfección como la divina. A decir verdad, Jesús no
emplea el sustantivo “perfección” (que designaría una “cosa” o una idea exterior), sino
un adjetivo que se refiere a una situación personal: “Vosotros sed perfectos, como
vuestro Padre celestial es perfecto”. La palabra griega original, además de
“perfectos/perfecto”, significa también “completo”, “maduro”, “el que cumple con lo que
tiene que hacer y lo hace a fondo”.
El lugar del Padre es el cielo: símbolo de elevación, de limpieza, de inmensidad y
espacio del Reino. Estos símbolos entran en la calidad del amor discipular a cada uno,
no se afanan por bloquear a los otros en las categorías de prójimo-enemigo, aliados-
perseguidores, malvados-buenos, amigos-hermanos. Es una selección prohibida a todo
el que pretenda ser y seguir siendo hijo del Padre. Si el otro persiste como enemigo o
perseguidor y malvado, rezarás por él, le favorecerás. Jesús no entra en sutilezas en lo
que afecta al riesgo de caer en lo genérico, como el oceánico “querámonos bien”, el
indiferenciado e insignificante “amar a todos por igual y no amar a nadie en concreto”.
La categoría de concreto aparece repetida y abundantemente detallada en el mensaje
neotestamentario. “Orar”, “beneficiar” (imagen del sol y de la lluvia), son también signos
de concreción. La colecta emprendida por Pablo es otra nota de concreción por Parte
de quien no olvida un compromiso sustancial de la Iglesia, acordarse de los pobres Gal
2,10.
La perícopa evangélica, al señalar maduraciones de bienaventuranzas como las de la
humildad y la misericordia, los pacíficos y los perseguidos, alcanza una cima del
radicalismo evangélico verdaderamente maximalista: la calidad de los perfectos como
la del Padre celestial perfecto. Un término inaudito en labios humanos: concreto en los
labios de Jesús, hijo divino y hermano humano.
ORACION
Señor, gracias por tu misericordia, que se muestra benéfica conmigo cuando me ve
bueno y cuando me ve malvado. Señor, recompensa como yo no sé hacer a todos los
que me aman y me hacen bien; reconcilia conmigo a quienes me persiguen y me
odian.
Señor, acrece el conocimiento y el testimonio de la gracia de Jesucristo, que, de rico
como era en cuanto Hijo de Dios, se hizo pobre por mí, para que yo llegara a ser rico
por medio de su empobrecimiento como hombre. Escúchanos, Señor, para que te
alabemos mientras vivamos.