Tiempo y Eternidad
______________________
José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
El Dr. Muerte se murió
Falleció el Dr. Jack Kevorkian conocido como el “doctor muerte”. Su memoria pasará a la
historia por haber considerado la eutanasia como un derecho para los enfermos terminales,
además de haberla practicado con 130 pacientes. Kevorkian nos dejó una fuerte corriente
publicitaria y jurídica que reclama el derecho a una muerte digna, sin dolor ni sufrimiento.
¿Qué decir al respecto? Respetando la conciencia de cada persona y los condicionamientos
psicológicos, hay que aclarar que los discapacitados en su amplísima mayoría no quieren
morirse ni se consideran a sí mismos como indignos de vivir. Es improcedente legislar
desde algún caso extremo. La eutanasia es un homicidio porque pone en práctica acciones u
omisiones cuya intención es provocar la muerte. Esto es moralmente inaceptable porque
viola la ley de Dios al matar deliberadamente a una persona. En cambio es lícito ofrecer
calmantes aunque abrevien la vida del enfermo o el renunciar a terapias desproporcionadas
(ensañamiento terapéutico) que retrasan forzadamente la muerte a costa del sufrimiento del
moribundo. La muerte no debe ser causada ni retrasada absurdamente sino aceptada con fe
y esperanza. La verdadera piedad no es la que quita la vida, sino la que la cuida hasta su
final natural.
La Santísima Trinidad es una solemnidad que nos abre al don de la vida como fruto del
amor. Dios es amor y la creación como la vida de cada ser humano es fruto del amor
trinitario. El amor engendra vida y en este día hay que valorarla, defenderla y proclamarla.
¿Imaginemos por un momento que algún tribunal llegase a legitimar la eutanasia? Se daría
inicio a una intolerable presión moral sobre los ancianos, los discapacitados o incapacitados
y sobre todos aquellos que pudieran sentirse como una carga para los familiares o para la
sociedad. Sentirían la presión de someterse a la eutanasia porque ya no producen, porque se
han convertido en un estorbo. Además de que los fuertes pueden fácilmente manipular a
los débiles para orillarlos a tomar esa decisión.
Muchas veces se tilda la fe o la religión como algo inútil, pero a mi modo de ver gracias a
ella la sociedad mantiene unos principios morales que custodia el valor de la vida a pesar de
los embates de la cultura de la muerte que lucha por imponerse. Sólo la fe en Dios me
ayuda a afrontar el presente con esperanza, aunque a veces sea tan fatigoso como el de
cuidar a un enfermo. La vida deja de ser un fardo y se convierte en un hermoso reto cuando
se tiene esperanza. Sólo cuando el futuro es cierto, se hace llevadero el presente. El
cristiano es el hombre que debe estar dispuesto a dar razón de su esperanza.
twitter.com/jmotaolaurruchi