EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 6,19-23.
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y
los ladrones perforan las paredes y los roban.
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los
consuma, ni ladrones que perforen y roben.
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará
iluminado.
Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en
ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Papa Pablo VI, Mensaje a los gobernantes del Miércoles 8/12/1965 (Traducción
distribuida por la Santa Sede)
«No acumuléis tesoros en la tierra»
En este instante solemne, nosotros, los Padres del XXI Concilio Ecuménico de
la Iglesia católica...con plena conciencia de nuestra misión hacia la humanidad, nos
dirigimos, con deferencia y confianza, a aquellos que tienen en sus manos los
destinos de los hombres sobre esta tierra, a todos los depositarios del poder
temporal.
Lo proclamamos en alto: honramos vuestra autoridad y vuestra soberanía,
respetamos vuestras funciones, reconocemos vuestras leyes justas, estimamos los
que las hacen y a los que las aplican. Pero tenemos una palabra sacrosanta y
deciros: sólo Dios es grande. Sólo Dios es el principio y el fin. Sólo Dios es la fuente
de vuestra autoridad y el fundamento de vuestras leyes.
A vosotros corresponde ser sobre la tierra los promotores del orden y de la
paz entre los hombres. Pero no lo olvidéis: es Dios, el Dios vivo y verdadero, el que
es Padre de los hombres, y es Cristo, su Hijo eterno, quien ha venido a decírnoslo y
a enseñarnos que todos somos hermanos. El es el gran artesano del orden y la paz
sobre la tierra, porque es Él quien conduce la historia humana y el único que puede
inclinar los corazones a renunciar a las malas pasiones que engendran la guerra y
la desgracia.
Es Él quien bendice el pan de la humanidad, el que santifica su trabajo y su
sufrimiento, el que le da gozos que vosotros no le podéis dar, y la reconforta en sus
dolores, que vosotros no podéis consolar. En vuestra ciudad terrestre y temporal
construye su cuidado espiritual y eterna: su Iglesia.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”