Solemnidad de la Santísima Trinidad
Ex 34, 4b-6. 8-9; Sal Dan 3, 52-56; 2Co 13, 11-13; Jn 3, 16-18
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que
crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su
Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que
cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha
creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios.
El misterio de la Santísima Trinidad puede parecernos muy abstracto: un solo Dios
en Tres Personas, con la dificultad de demostrar en que consiste la Unidad en esta
Tríada de Personas; y por consiguiente en que consiste la Trinidad, y como de ésta
manera se puede conciliar la una y la otra, al final, terminar de hablar de una
misma realidad. Frecuentemente la teología sobre la Trinidad eleva la abstracción
cuando trata de sintetizar la explicación de éste Misterio de Nuestra Fe.
Al respecto nos dice el Papa Benedicto XVI: Después del tiempo pascual, que
concluyó el domingo pasado con Pentecostés, la liturgia ha vuelto al «tiempo
ordinario». Pero esto no quiere decir que el compromiso de los cristianos deba
disminuir; al contrario, al haber entrado en la vida divina mediante los
sacramentos, estamos llamados diariamente a abrirnos a la acción de la gracia
divina, para progresar en el amor a Dios y al prójimo. La solemnidad de hoy,
domingo de la Santísima Trinidad, en cierto sentido recapitula la revelación de Dios
acontecida en los misterios pascuales: muerte y resurrección de Cristo, su
ascensión a la derecha del Padre y efusión del Espíritu Santo. La mente y el
lenguaje humanos son inadecuados para explicar la relación que existe entre el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y, sin embargo, los Padres de la Iglesia trataron
de ilustrar el misterio de Dios uno y trino viviéndolo en su propia existencia con
profunda fe (Benedicto XVI, Ángelus en la Solemnidad de la Santísima Trinidad,
30 de mayo de 2010).
La Trinidad es Misterio de un único Dios en Tres Personas, tendremos que observar
inmediatamente que se trata de un Misterio lleno de Vida, y que estas personas nos
comunican esta vida que emanan de Ellas mismas, por la unidad perfecta en que
habitan, porque en su accionar, son las tres que actúan. El Papa Benedicto XVI nos
dice sobre este misterio: contemplamos la Santísima Trinidad tal como nos la
dio a conocer Jesús. Él nos reveló que Dios es amor "no en la unidad de una sola
persona, sino en la trinidad de una sola sustancia" (Prefacio): es Creador y Padre
misericordioso; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado
por nosotros; y, por último, es Espíritu Santo, que lo mueve todo, el cosmos y la
historia, hacia la plena recapitulación final. Tres Personas que son un solo Dios,
porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. Dios es todo amor y
sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad,
sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica
incesantemente (Benedicto XVI, Ángelus en la Solemnidad de la Santísima
Trinidad, 7 de junio de 2009).
Podemos decir que éste Misterio de la Trinidad Divina no ha estado lejano de
nosotros, porque se nos a comenzado a comunicar a través de las profecías del
Antiguo Testamento, pero de manera singular con la Encarnación del Verbo de
Dios, Nuestro Señor Jesucristo; se ha comenzado a revelar éste Misterio. Por
consiguiente no podemos desvincular la revelación de éste Misterio de los datos que
nos proporcionan, de manera especial los libros del Nuevo Testamento. El Primer
Concilio Vaticano definió que la Fe Cristiana contiene estrictamente hablando,
misterios (can. 4), la Trinidad es uno de ellos. Sin dudas, de todas las verdades
reveladas esta es la más impenetrable a la razón. Más aún, en palabras de Nuestro
Seor en Mateo 9,27 dice "Nadie conoce al Hijo, sino el Padre" parece declarar
expresamente que la Pluralidad de Personas en la Divinidad es una verdad
completamente fuera del alcance de cualquier inteligencia creada. Los Padres de la
Iglesia, suministran muchos pasajes en los cuales se afirma la incomprensibilidad
de la Naturaleza Divina. San Jernimo dice en una frase muy conocida: "La
verdadera profesión del misterio de la Trinidad, es adueñarse de la idea que no la
comprendemos" (Proem ad 1. xviii in Isai).
Podríamos hacer alusión a muchos pasajes del Nuevo Testamento, pero es más
claro acoger las palabras del salmista: "...que pueblo tiene un dios tan cercano
como Nuestro Dios ..."; pues con la encarnación de Cristo, no solo llegaron a
cumplimiento las promesas, sino que comenzó a revelársenos el Dios con Nosotros,
y ahora éste término no solo se lo aplicamos a Cristo el Emmanuel, sino que en
Cristo entraba en la Historia de la humanidad, el tiempo del Padre de la
Misericordia: " ... Felipe quien me ve a mi ha visto al Padre..."; el Dios que ha
creado todo de la Nada y transciende todo. Porque la vida de Cristo, su pasión y
muerte en Cruz; todo el Misterio Pascual, nos da a conocer a Dios: Creador -
Redentor – Consolador.
Es así que el creyente en el quehacer cotidiano de su vida experimenta al Dios que
se nos manifiesta como nuestra Esperanza y, en quien está llamado a poner su
confianza, su Fe. La vida de tantos místicos y santos en la historia de la Iglesia
testifican esta vida de confianza plena y de amor, y éste amor, cuando se recibe y
comunica, transforma la vida de los hombres, porque su fuente es Dios Uno y
Trino, que hace nuevo (recrea), a cada hombre que lo acoge (como dice San Juan):
“... y puso su morada entre nosotros. (...).Pues somos Templos de Dios, (...). Vino
nuevo en odres nuevos, de otra manera se echa a perder el vino como el odre...".
Podemos decir que conocemos al Dios: Uno y Trino en el obrar salvador y redentor
de Cristo, en quien, con la muerte de Cruz, nuestros pecados son perdonados y
somos reconciliados con el Padre y hechos por tanto hijos de adopción, por el nuevo
nacimiento, haciéndonos partícipes de la vida de Santidad que se nos da y
comunica por el Espíritu Santo. Al respecto dice san Gregorio Nacianceno, teólogo y
poeta: Gloria a Dios Padre y al Hijo, rey del universo. Gloria al Espíritu, digno de
alabanza y todo santo. La Trinidad es un solo Dios, que creó y llenó todas las
cosas..., vivificándolo todo con su Espíritu, para que cada criatura rinda homenaje a
su Creador, causa única del vivir y del durar. La criatura racional, más que
cualquier otra, lo debe celebrar siempre como gran Rey y Padre bueno (Poemas
dogmáticos, XXI, Hymnus alias: PG 37, 510-511).
Queridos hermanos, somos llamados a una común unión de vida; comunión de
vida, pues la Santísima Trinidad es comunión perfecta de vida, es así. Como el
Génesis dice: el hombre ha sido creado a imagen de Dios.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar