EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la XI Semana del Tiempo Ordinario
Carta II de San Pablo a los Corintios 12,1-10.
¿Hay que seguir gloriándose? Aunque no esté bien, pasaré a las visiones y
revelaciones del Señor.
Conozco a un discípulo de Cristo que hace catorce años -no sé si con el cuerpo o
fuera de él, ¡Dios lo sabe!- fue arrebatado al tercer cielo.
Y sé que este hombre -no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!-
fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre es incapaz de
repetir.
De ese hombre podría jactarme, pero en cuanto a mí, sólo me glorío de mis
debilidades.
Si quisiera gloriarme, no sería un necio, porque diría la verdad; pero me abstengo
de hacerlo, para que nadie se forme de mí una idea superior a lo que ve o me oye
decir.
Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina
clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere.
Tres veces pedí al Señor que me librara,
pero él me respondió: "Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad".
Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el
poder de Cristo.
Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en
las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando
soy débil, entonces soy fuerte.
Salmo 34(33),8-9.10-11.12-13.
El Angel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian!
Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen
de nada.
Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor.
¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices?
Evangelio según San Mateo 6,24-34.
Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien,
se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios
y al Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su
cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la
comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en
graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen
ustedes acaso más que ellos?
¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al
tiempo de su vida?
¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van
creciendo sin fatigarse ni tejer.
Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de
ellos.
Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al
fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!
No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué
nos vestiremos?'.
Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo
sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.
No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A
cada día le basta su aflicción.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero de Antioquía más tarde obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 21 sobre san Mateo
«No podéis servir a Dios y al dinero»
Ved que ventajas nos promete Jesucristo y cuantos de sus mandatos nos son
útiles, puesto que nos liberan de tantos grandes males. El daño que nos causan las
riquezas, dice, no es solo armar a los ladrones contra vosotros y llenar vuestro
espíritu de profundas tinieblas. La gran herida que produce, es que os arrancan de
la bienaventurada servidumbre de Jesucristo para convertiros en esclavos de un
metal insensible e inanimado.
«No podéis servir a Dios y al dinero» ¡Temblemos, hermanos, ante la idea de
que forzamos a Cristo a hablar del dinero como de una divinidad opuesta a Dios!.
¿Pero cómo, diréis, han encontrado los antiguos patriarcas la manera de servir
conjuntamente a Dios y al dinero? De ningún modo. ¿Pero cómo pues Abraham,
como Job han lanzado tantas exclamaciones por su magnificencia? Os respondo
que no es necesario en absoluto alegar aquí lo que han poseído las riquezas sino los
que han sido poseídos por ellas. Job era rico; se servía del dinero, pero no servía al
dinero, era el dueño y no el adorador. Consideraba su bien como si hubiera sido
otro, se consideraba como el dispensador y no como el propietario... Por eso no se
afligió en absoluto cuando lo perdió.
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