EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 6,24-34.
Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien,
se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios
y al Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su
cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la
comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en
graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen
ustedes acaso más que ellos?
¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al
tiempo de su vida?
¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van
creciendo sin fatigarse ni tejer.
Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de
ellos.
Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al
fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!
No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué
nos vestiremos?'.
Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo
sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.
No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A
cada día le basta su aflicción.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero de Antioquía más tarde obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 21 sobre san Mateo
«No podéis servir a Dios y al dinero»
Ved que ventajas nos promete Jesucristo y cuantos de sus mandatos nos son
útiles, puesto que nos liberan de tantos grandes males. El daño que nos causan las
riquezas, dice, no es solo armar a los ladrones contra vosotros y llenar vuestro
espíritu de profundas tinieblas. La gran herida que produce, es que os arrancan de
la bienaventurada servidumbre de Jesucristo para convertiros en esclavos de un
metal insensible e inanimado.
«No podéis servir a Dios y al dinero» ¡Temblemos, hermanos, ante la idea de
que forzamos a Cristo a hablar del dinero como de una divinidad opuesta a Dios!.
¿Pero cómo, diréis, han encontrado los antiguos patriarcas la manera de servir
conjuntamente a Dios y al dinero? De ningún modo. ¿Pero cómo pues Abraham,
como Job han lanzado tantas exclamaciones por su magnificencia? Os respondo
que no es necesario en absoluto alegar aquí lo que han poseído las riquezas sino los
que han sido poseídos por ellas. Job era rico; se servía del dinero, pero no servía al
dinero, era el dueño y no el adorador. Consideraba su bien como si hubiera sido
otro, se consideraba como el dispensador y no como el propietario... Por eso no se
afligió en absoluto cuando lo perdió.
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