UN PAN DE MULTITUD
SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI.
25 de Mayo de 2.008
Hermanos:
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo?
Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo,
porque comemos todos del mismo pan. 1 Corintios 10, 16- 17.
“Tu mesa es nuestro Mundo”, como un pan repartible para todos, como un cáliz a
beber por todos (Tomad y comed, que ésta es mi Tierra .Tomad y comed, que éste
es mi Mundo )
La fiesta del Corpus reclama que todas las hambres del mundo sean saciadas. En la
medida en que desaparece el mundo hambriento y todos se sientan a esa mesa del
mundo ; en la medida en que “madura contra el hambre el fruto cierto de la
fraternidad”, adquieren credibilidad y esplendor nuestras eucaristías, nuestras
primeras comuniones, nuestros congresos eucarísticos...
La operación, en efecto, más cristiana y más humana, más acreditadora y gloriosa
es la operación de multiplicar, el oficio de ampliar las mesas, el intento de
aumentar comensales innumerables. Hacer a todos los hombres comensales de esa
gran mesa del mundo es realizar y celebrar entre nosotros la presencia de Cristo
multiplicador y distribuidor de panes y peces. Es, además, comer y beber la propia
salvación (Todo lo contrario del que come y bebe la propia condenación, al comer
en solitario su propio pan, colaborando al personal desnutrimiento y activando por
omisión las hambrunas del mundo).
Precisamente es en términos de banquete desbordante y desbordado como en la
Biblia se describe la salvación de los hombres, la llegada al Reino de la Vida que
proclamamos, el triunfo del Señor que aclamamos. Muy débil es la Pascua y muy
escasa la Liberación de los pueblos, sin pueblos liberados de sus hambres, sin maná
abundante para todos, sin Cristo Pan y Vino universales...
No tener excomulgados a pueblos enteros del pan de la sobrevivencia, del bienestar
generalizado, de la autodeterminación colectiva, del propio rostro cultural... es
“procesionar” a Cristo y a los cristianos como signos acreditados del “Banquete del
Pan y del Amor”, es colaborar a que “en el centro de la vida reine sobre las cosas tu
ardiente caridad”.
Juan Sánchez Trujillo