Tenemos un Dios bueno que quiere perdonar a todos.
24/06/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus
vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande
misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su
padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: «No. Su nombre será Juan». Ellos
decían: «Pero si ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él
pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Todos se quedaron extrañados.
En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a
bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda región montañosa de
Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban
impresionados: «¿Qué va a ser de este niño?» Esto lo decían, porque realmente la
mano de Dios estaba con él.
El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en
el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel. Palabra del
Señor.
Oración introductoria
Señor, aumenta mi fe, mi esperanza y mi amor para que en esta oración puede
conocer tu voluntad para mi vida y así pueda cumplir, como san Juan Bautista, mi
misión en esta vida.
Petición
Jesús, ayúdame a nunca dudar ni cuestionar tu poder y misericordia.
Meditación
«Si quieres ser justificado, confiesa tu yerro: una confesión humilde de los pecados
deshace el enredo de las culpas [] “Mira qué bueno es Dios, está dispuesto a
perdonar los pecados: no sólo vuelve a dar lo que había quitado, sino que concede
también dones inesperados”. Zacarías, padre de Juan Bautista, se qued mudo por
no haber creído en el ángel, pero después, perdonándole, Dios le concedió el don
de profecía: “El que poco antes era mudo, ahora ya profetiza”, observa san
Ambrosio, “es una de las gracias más grandes del Seor, el que precisamente los
que le han renegado le confiesen. Que nadie se desaliente, por tanto, que nadie
pierda la esperanza de recibir las recompensas divinas, aunque sienta el
remordimiento de antiguos pecados. Dios sabe cambiar de parecer, si tú sabes
enmendar la culpa” (Benedicto XVI, 19 de octubre de 2005).
Reflexión apostólica
«El balance del día es, ante todo, una oración. Se inicia invocando el auxilio del
Espíritu Santo y poniéndose en la presencia de Dios. A continuación, se agradecen
los beneficios y las gracias recibidas a lo largo del día. Se pasa después a analizar
los aspectos positivos y negativos de la jornada, pero teniendo presente que lo más
importante es el diálogo confiado y amoroso con Dios. No se trata, por tanto, de un
recuento de faltas o deficiencias, sino de un encuentro con el Señor; con su amor y
su misericordia» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 249).
Propósito
Darme el tiempo, en el lugar adecuado, al final del día para hacer un balance.
Diálogo con Cristo
En esta oración me has enseñado lo importante que es la fe en Ti, Señor. Ante la
anunciación tu santísima Madre nunca dudó, ayúdame a crecer en la fe para que,
como María, sepa corresponder y creer siempre a tu amor y en tu misericordia
porque Tú estás siempre dispuesto a perdonarme y a fortalecerme por medio de tu
gracia.
«Pero qué vergüenza nos debe dar, qué afrenta para Cristo el que lo comparemos
con las cosas del mundo y todavía estemos dudando en escogerlo, como si el amor
infinito de Dios pudiera ser comparado con cualquier cosa de esta tierra, aun la más
hermosa»
( Cristo al centro , n. 2053).