J ESÚS QUIERE QUE LO SIGAMOS HASTA LA CRUZ PARA DARNOS SU S AGRADO C ORAZÓN
E UCARÍSTICO
(Domingo XIII – TO – Ciclo A –Mt 10, 37 -42)
“El que ama más a su padre, a su madre o a su hermano, no es digno de mí”.
Luego continúa: “El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de Mí”. Jesús hace
equivaler el amor a Él con el tomar la cruz y seguirlo. Quien de veras ame a Jesús,
dejará todo, tomará su cruz, y lo seguirá. Esto es válido para cualquier estado de la
vida, sea laical o consagrado. Dejarlo todo para seguir a Jesús, quien en realidad nos
devolverá todo lo que hayamos dejado por Él, en la otra vida, ése es el camino del
cristiano. Ahora bien, el seguimiento de Jesús es muy difícil, de ahí la advertencia de
Jesús. Entre el padre, la madre, los hermanos, que representan también el mundo y
los afectos, y la cruz de Jesús, se presentan, para la sensibilidad, para los afectos,
mucho más atrayentes los primeros. Vista humanamente, la cruz se presenta como
muy árida, como muy dura, como muy difícil de llevar. Pero a la cruz hay que llevarla
con amor, como la llevó Jesús. Por eso, si es por amor que se quiere al padre, a la
madre o a los hermanos, es decir, al aspecto bueno del mundo, es también por amor,
por un amor mucho más grande, sobrenatural, que debe abrazarse la cruz. La frase
de Jesús entonces queda así: “El que me ama, más que al mundo, tomará su cruz por
amor a Mí, y me seguirá”. Jesús no está pidiendo cosas antinaturales, sino
sobrenaturales. Y es en verdad que sólo movido por un amor sobrenatural, que
surgiendo del corazón mismo de Dios encienda el suyo en ese mismo amor, es que el
cristiano puede dejar de lado su sensibilidad y abrazar la cruz por amor y seguir a
Jesús camino al Calvario por amor.
Jesús entonces quiere que carguemos nuestra cruz por amor y lo sigamos. Pero
surge un interrogante: ¿no había otro camino para seguir a Jesús? O, mejor, ¿no
podía haber elegido Jesús otro camino que no sea el de la cruz? Las respuestas a
estas preguntas no pueden enmarcarse en el estrecho marco de la razón y, aún más,
porque intentan ser respondidas racionalmente, es que se pierde el misterio más
profundo de la cruz del Hombre-Dios. Sólo la luz de la fe, que surge de Dios mismo,
puede hacernos ver que el camino de la cruz no sólo es el más perfecto, sino el único
para volver a Dios. Quien no tome la cruz con amor, no podrá seguir al Hombre-Dios,
que al ser elevado Él en la cruz, nos eleva al seno de la Trinidad. Sólo la fe puede
hacernos ver esto.
En su misterio pascual, Jesús hace un movimiento de descenso y de ascenso:
Jesús es el Hombre-Dios que viene del seno del Padre, se encarna en el seno virgen
de María, vive como un hombre común hasta su manifestación pública, y luego
emprende el camino de regreso al Padre, el ascenso. Y en ese ascenso, quiere
llevarnos a todos junto a Él; para eso emprende el camino de regreso en el Calvario.
Pero el camino de regreso pasa sólo por la cruz; no hay otro camino que el camino de
la cruz 1 para volver al seno del Padre como hijos suyos . Tomar la cruz para morir al
hombre viejo y para vivir la vida nueva de los hijos de Dios.
Es por esto que la cruz no sólo representa la muerte de la humanidad vieja, del
hombre viejo, apartado de Dios, sino el nacimiento a la vida del Espíritu de Dios del
hombre nuevo, el hijo de Dios. En la cruz muere la humanidad antigua, crucificada
con Cristo, y nace la nueva humanidad, la humanidad de los hijos de Dios, de los hijos
del Padre del Cielo.
¿Adónde termina el seguimiento de Jesús con la cruz? No termina en la muerte
del Calvario, sino en la gloria de la Resurrección . Continúa en la posesión de su
Persona en el alma. Jesús muere no para escapársenos, así como se nos escapan
Cfr. O DO C ASEL , Misterio de la cruz , Ediciones Guadarrama, Madrid 1964, 238.
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nuestros muertos queridos, que con la muerte ya no están más; Jesús muere en la
cruz para vivir con la vida de gloria que era suya desde la eternidad; Jesús muere en
la cruz para darnos de comer su Cuerpo y su Sangre, cuerpo y sangre glorificados y
llenos de la vida del Espíritu de Dios, en la Eucaristía; Jesús quiere que lo sigamos
hasta su cruz para darnos el Amor y la Vida nueva de su Sagrado Corazón Eucarístico.
Padre Álvaro Sánchez Rueda