Una misión que hay que abrazar con amor.
26/06/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 37-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:”El que ama a su padre o a su madre
más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no
es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que
me ha enviado.
El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que
recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños,
por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”. Palabra del
Señor.
Oración introductoria
Dios mío, qué clara y directa es tu doctrina. Creo, espero, te amo y confío en que
será tu Espíritu Santo quien guíe esta meditación a fin que sea el medio para crecer
en el amor, en la adhesión vital y activa a la misión que me has encomendado.
Petición
Señor, ¡enséñame a tomar la cruz de cada día! Acrecienta en esta oración esa
amistad personal e íntima contigo que me lleve a ponerte siempre en primer lugar.
Meditación
«¿Cómo responder a tanta maldad si no es con la fuerza desarmada y desarmante
del amor que vence al odio, de la vida que no teme a la muerte? Es la misma fuerza
misteriosa que utilizó Jesús, a costa de ser incomprendido y abandonado por
muchos de los suyos.
Queridos hermanos y hermanas, para llevar a pleno cumplimiento la obra de la
salvación, el Redentor sigue asociando a sí y a su misión a hombres y mujeres
dispuestos a tomar la cruz y seguirlo. Como para Cristo, también para los cristianos
cargar la cruz no es algo opcional, sino una misión que hay que abrazar por amor.
En nuestro mundo actual, en el que parecen dominar las fuerzas que dividen y
destruyen, Cristo no deja de proponer a todos su invitación clara: quien quiera ser
mi discípulo, renuncie a su egoísmo y lleve conmigo la cruz. Invoquemos la ayuda
de la Virgen santísima, la primera que siguió a Jesús por el camino de la cruz, hasta
el final. Que ella nos ayude a seguir con decisión al Señor, para experimentar ya
desde ahora, también en las pruebas, la gloria de la resurrección. (Benedicto XVI,
31 de agosto de 2008).
Reflexión apostólica
«La fe cristiana es el riesgo de un sí total a Cristo; es la aceptación de un Cristo que
exige por amor; es la elección radical de un estilo de vida contrario a la
mediocridad y la tibieza. Cristo, en sus palabras y gestos, fue siempre claro al
respecto: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
y sígame”» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 348).
Propósito
Hacer un recuento de mis actividades para evaluar el tiempo que dedico a la
oración y al apostolado.
Diálogo con Cristo
Dios mío, ayúdame a salir de esta oración con la convicción de que Tú eres lo más
importante de mi vida y que es a través de la caridad como puedo corresponder y
ser fiel a tu amor. En medio de mis actividades ordinarias hay personas que
necesitan oír y experimentar tu amor, concédeme seguir el ejemplo de tu Madre
santísima que supo acogerte y compartirte con los demás.
«Quien de verdad quiera triunfar, ha de hacerse uno con Cristo, uniéndose a su
cruz»
( Cristo al centro , n. 610).