A P EDRO LE TENDIÓ LA MANO , Y A NOSOTROS NOS DONA , EN LA E UCARISTÍA , SU
S ER DIVINO ,
SU S AGRADO C ORAZÓN , SU E SPÍRITU DE A MOR
(Domingo XIX – TO – Ciclo A –)
“Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?” (cfr. Mt 14, 22-33). La
escena evangélica tiene un profundo simbolismo sobrenatural: la barca es la
Iglesia, los discípulos con Pedro a la cabeza son los bautizados y el Papa, el
mar tempestuoso es la historia humana bajo el influjo del demonio, que con
las tribulaciones y persecuciones busca destruir a la Iglesia Católica, la
Única y Verdadera Iglesia de Cristo.
Jesús caminando sobre las aguas, con su cuerpo, que va al encuentro
de los suyos en medio de la tormenta, es símbolo de su venida al alma con
su cuerpo resucitado, en la Eucaristía.
La calma que sigue luego de que Jesús sube a la barca, significa el
poder del Espíritu Divino que gobierna a la Iglesia y la conduce al puerto
seguro de la Trinidad.
Es decir, toda la escena contiene elementos simbólicos y
sobrenaturales –la Barca es la Iglesia, Jesús con su cuerpo caminando sobre
las aguas es símbolo de la venida de Jesús a la Iglesia con la Eucaristía, los
discípulos con Pedro son el Papa y los bautizados-, pero hay otro elemento
más que le da mayor significación al episodio, y es el momento en el que
Pedro, luego de comenzar a caminar por las aguas, empieza a hundirse.
En ese momento, Jesús le extiende la mano y lo rescata, al tiempo
que le hace una pregunta: “Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?”.
Este episodio es un símbolo de cómo el hombre, con el auxilio de
Dios, puede hacer obras prodigiosas, como caminar sobre las aguas, pero
muestra a la vez que sin Dios, sin Cristo Dios, se hunde y naufraga ante las
tribulaciones de la vida.
Ante las tribulaciones y el dolor, propios de la condición humana,
debemos tener siempre presente la imagen de Jesús tendiendo la mano a
Pedro, que se sumerge por su poca fe, y estar siempre seguros del auxilio
divino, porque así como auxilió a Pedro, así auxilia a todo aquél que acude a
Él. Pero también tenemos que ver que si fue misericordioso con Pedro, en
un momento de debilidad y de poca fe, con nosotros tiene aún más
misericordia que con Pedro, porque a Pedro le tendió la mano, y a nosotros
nos dona, en la Eucaristía, su Ser divino, su Sagrado Corazón, su Espíritu
de Amor.
Si entonces en el episodio del evangelio Jesús se muestra
misericordioso, acudiendo con su cuerpo al rescate de sus discípulos, con
nosotros se muestra aún más misericordioso, porque nos dona su Corazón
en la Eucaristía y con su Corazón su Espíritu, el Espíritu Santo.
Padre Álvaro Sánchez Rueda