J ESÚS NOS DONA UNA MISERICORDIA MUCHO MÁS GRANDE QUE LA MISERICORDIA DEMOSTRADA
A LA MUJER CANANEA :
SE NOS DONA EN EL P AN E UCARÍSTICO
Domingo XX – TO – Ciclo A –)
“Los cachorros pueden alimentarse de las migajas que caen de la mesa de los hijos”
(cfr. Mt 15, 21-28). De la respuesta de la mujer cananea, se pueden contemplar dos
aspectos de la fe católica: quién es Jesús, sobre quien profesamos nuestra fe, y cómo es el
itinerario de esta fe: un camino no exento de pruebas y de dificultades.
Se puede contemplar el misterio de Jesucristo, Hombre-Dios, porque la mujer
cananea obra movida no por una fe cualquiera, sino que obra movida por una fe que es
sobrenatural, una fe donada por el Espíritu Santo: es el Espíritu Santo quien le hace ver a
Jesús no como a un hombre santo, sino como al Dios Tres veces Santo, que camina por
Palestina revestido de una naturaleza humana; es la luz del Espíritu Santo, donada al alma
de la mujer cananea, la que le hace ver que Jesús no es un profeta más, sino Dios Hijo, en
Persona, que ha venido como el Mesías prometido para todos los pueblos.
Es este aspecto, revelado en el Antiguo Testamento, como lo dice el profeta Isaías
en la Primera Lectura 1 y como lo confirma San Pablo en la Segunda Lectura 2 , el de Mesías
enviado a t odas las naciones –tanto en una como en otra lectura se destaca la
universalidad de la misericordia divina, que se extiende tanto a paganos como a israelitas-,
el que la mujer cananea ve en Jesús.
Sólo así se explica su proceder y su respuesta: ella es cananea, no pertenece al
Pueblo Elegido y, sin embargo, se dirige a Jesús movida por el impulso de una fe
sobrenatural, porque ve en Jesús al Hombre-Dios, al Mesías que debía venir para toda la
humanidad.
Porque ve en Jesús al Mesías prometido para toda la humanidad, es que responde a
Jesús con un acto de fe en su mesianismo: “Los cachorros –es decir, los que no pertenecen
al Pueblo Elegido- se alimentan de las migajas que caen de la mesa de los hijos” –los
hebreos, pertenecientes al Pueblo Elegido-.
“Los cachorros se alimentan de las migajas que caen de la mesa de los hijos”. De la
respuesta de la mujer cananea se pueden contemplar, entonces, aspectos relativos a la
Persona de Jesús: Jesús es el Mesías, que viene como Hombre-Dios para donar la
misericordia divina a todas las naciones, no sólo a aquellos que pertenecen al Pueblo
Elegido, y de esta respuesta se pueden contemplar también aspectos relativos a la fe
profesada en Jesús, una fe que encuentra en su camino una multitud de dificultades.
Una dificultad, o más bien, una prueba, a la fe de la mujer, es la puesta por el
mismo Jesús: primero, contesta a sus discípulos que Él ha sido enviado a las ovejas
perdidas de Israel, dejando bien en claro que la prioridad del Mesías son los judíos, y
luego, cuando escucha a la mujer, le hace ver, por medio de una comparación, que las
promesas son para los miembros del Pueblo Elegido –los hijos sentados a la mesa- y que
no se puede quitar el pan de los hijos para dárselo a los cachorros –todos aquellos que no
pertenecen al Pueblo Elegido-.
Es decir, el mismo Jesús es quien parece poner a prueba la fe de la mujer cananea;
es Jesús quien parece poner los “peros” a la petición de la mujer. Incluso también la
prueba en su humildad, porque la mujer cananea entiende bien la comparación que hace
Jesús –toma la imagen de los hijos sentados a la mesa y de los cachorros que comen a sus
pies-, en donde los hijos son los hebreos y los cachorros son quienes, como ella, no
pertenecen al Pueblo Elegido.
Pero Jesús no pone dificultades en vano, y no busca humillar a la mujer cananea,
sino que pone a prueba su fe porque busca hacer resaltar más la humildad y la fe
sobrenatural de la mujer cananea, fe y humildad que se muestran en todo su esplendor al
postrarse delante de Jesús: “…Fue a postrarse ante Él…”, dice el evangelio. La postración –
1 Cfr. Is 56, 1.6-7.
2 Cfr. Rm 11, 13-15.
que equivalentemente es la genuflexión ante la Eucaristía- es el gesto externo de adoración
hacia Jesús como Dios Hijo encarnado, que acompaña a su reconocimiento interno como
Dios en Persona. La postración muestra la fe de la mujer cananea en su esplendor, porque
reconoce, con un gesto externo de humillación, la condición de Hijo de Dios de Jesús, por
eso refleja tanto la fe como la humildad de la mujer cananea.
Ante la dificultad puesta por Jesús, la mujer cananea responde con humildad y con
un fortalecimiento de su fe sobrenatural, que hace que Jesús alabe su fe y le conceda lo
que le pide.
“Los cachorros pueden alimentarse de las migajas que caen de la mesa de los hijos”.
La respuesta de la mujer cananea, su fe sobrenatural en Jesús como Hombre-Dios, debe
iluminar nuestra propia relación con Jesucristo y con su Iglesia.
Debe hacernos ver, por un lado, que las dificultades o tribulaciones no deben
constituir un obstáculo para nuestra fe –la mujer cananea le arrancó un milagro al Sagrado
Corazón de Jesús cuando el mismo Jesús parecía negárselo-, sino que deben constituir un
aliciente para perseverar en la oración y en la adoración de Cristo Dios.
Por otro lado, la respuesta y la fe de la mujer cananea deben hacernos contemplar la
relación privilegiada que tenemos con Dios: la mujer cananea, siendo tratada como un
cachorro, adoró a Jesús, Verbo encarnado, porque quiso recibir aún las migajas de la mesa
de los hijos; a nosotros, Dios nos invita a su banquete celestial, en el que se sirve el Pan
de Vida eterna, no como a cachorros, sino como a hijos de Dios y nos da de comer, no las
migajas, sino el Pan de Vida eterna, todo él, a cada uno como si fuera el único, como
muestra de su amor misericordioso por cada uno de nosotros.
La mujer cananea, habiendo sido tratada como un cachorro, perseveró en su fe y
adoró a Jesús. A nosotros, Jesús nos dona una misericordia mucho más grande que la
misericordia demostrada a la mujer cananea: se nos dona en el Pan Eucarístico, con su ser
divino, mostrando un amor de predilección por todos y cada uno de nosotros.
¿Cómo respondemos a este Amor misericordioso de Jesucristo, demostrado hacia
personalmente a cada uno de nosotros?
Padre Álvaro Sánchez Rueda