P OR EL P APA , LA I GLESIA ESTÁ EN C RISTO , ASÍ COMO EL P APA ESTÁ EN C RISTO
(Domingo XXI – TO – Ciclo A –)
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (cfr. Mt 16, 13-20). En este
pasaje, Jesús nombra a Pedro como al primer Papa de su Iglesia, por eso vale la pena
detenernos en la figura de Pedro como Papa.
¿Qué representa el Papa? ¿Quién es el Papa? ¿Cómo ven los demás y cómo vemos
nosotros al Papa?
Muchas veces, los católicos, tenemos tendencia a ver al Papa como lo ven los que no
son católicos: vemos al Papa como si fuera un líder religioso más, como si fuera igual al
Dalai Lama, jefe religioso de los tibetanos, o como si fuera igual al Gran Rabino de Roma, o
como si fuera igual al Pastor evangelista de moda. Tenemos tendencia a ver al Papa como
si fuera un líder religioso de una gran Iglesia, la Católica, compuesta por 1000 millones de
fieles, que tiene su sede en el Vaticano.
Creemos que el Papa es el jefe de una Iglesia numerosa, así como el Dalai Lama es
el jefe de una religión numerosa; creemos que el Papa es el jefe espiritual y moral que se
encarga de dar reglas morales para todos los católicos del mundo, así como el Rabino de
Roma da sus imperativos morales a sus seguidores.
Si pensamos esto del Papa, demostramos tener una visión muy pobre y muy
superficial del Papa.
El Papa no es el jefe espiritual de una Iglesia numerosa, no es quien se encarga de
dictaminar las reglas morales y doctrinales para los fieles de esta Iglesia; el Papa no es el
objeto de una devoción superficial, sensiblera, que busca emocionarse en su Presencia.
El Papa es algo mucho más misterioso que todo esto y representa y significa,
visiblemente, un misterio sobrenatural, que se escapa a los ojos de la vista y de la razón.
El Papa es el punto central de la Iglesia; está en el centro mismo de la Iglesia,
siendo su base y su fundamento, pero no por él mismo, sino porque él mismo se apoya y
se fundamenta en Jesucristo y en el Espíritu Santo.
El Papa se funda en Cristo y la Iglesia se funda en el Papa, y es así como por el
Papa, fundado en Cristo, la Iglesia descansa en el Hombre-Dios y en el Espíritu Santo.
Por el Papa, la Iglesia está en Cristo, así como el Papa está en Cristo, y así como el
Papa recibe la santidad por Cristo, Hombre-Dios, así la Iglesia recibe al Espíritu Santo por
el Papa.
El Papa es el mediador entre Cristo y los hombres, y por él el Espíritu Santo viene a
la Iglesia, para darnos la vida nueva de la gracia de Dios.
Cuando veamos al Papa, no nos quedemos en la devoción superficial; no pensemos
que el Papa es el jefe carismático de una Iglesia numerosa: el Papa es el Vicario del Sumo
y Eterno Sacerdote, Jesucristo; el Papa se apoya y se fundamenta en el Hombre-Dios y en
el Espíritu Santo, y en esto radica su misterio sobrenatural: por el Papa la Iglesia se
fundamenta como Una, Santa, Católica y Apostólica; por el Papa recibe la Iglesia el don del
Espíritu Santo, don del Padre y del Hijo; por el Papa la Iglesia toda recibe su unidad, y
recibe el don más preciado y el tesoro más sublime que posee: la Eucaristía, a través del
sacerdocio ministerial.
Como católicos, veneremos la figura del Papa, pero no de un modo superficial:
veamos al Papa no con los ojos del cuerpo ni con los ojos de la razón, sino con los ojos de
la fe, para contemplar en él el misterio sobrenatural de Cristo, Hombre-Dios, que por su
intermedio se nos dona en el altar.
Padre Álvaro Sánchez Rueda