Comentario al evangelio del Martes 28 de Junio del 2011
Queridos amigos y amigas:
La destrucción de Sodoma y Gomorra, mediante una lluvia de azufre y fuego digna de Spielberg, no
parece un buen relato para comenzar la temporada estival. Sodoma y Gomorra son dos nombres que
usamos, incluso en el habla coloquial, como símbolos de perversión y maldad. Hay personas que
consideran que nuestra sociedad occidental padece el síndrome de estas ciudades bíblicas. Para
ratificarlo enumeran todos los vicios imaginables. Desearían que también hoy lloviera azufre y fuego
para purificar tanto mal.
El relato evangélico nos ofrece otra perspectiva. Ante el fuerte temporal que sacude la barca en la que
navega Jesús con sus discípulos, la reacción de Jesús no es el castigo violento. El texto de Mateo dice:
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Jesús aparece como el señor de
todo. No es extraño que los suyos exclamen asombrados: ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!
La manera antigua de reaccionar contra el mal exige indignación ética y violencia. La manera nueva
que Jesús propone exige fe y calma. He ahí la gran diferencia.
Vuestro hermano en la fe:
Fernando González
Fernando González