R ECIBAMOS AL D UEÑO DE LA V IÑA , EL H EREDERO J ESUCRISTO , EN LA E UCARISTÍA , Y TRABAJEMOS
EN SU V IÑA , LA I GLESIA
(Domingo XXVII – TO – Ciclo A – 2008)
“Un hombre tenía una via… mand a su hijo y lo mataron” (cfr. Mt 21, 33-46). El
Evangelio nos presenta la siguiente historia: un hombre posee una viña, la arrenda a unos
viñadores, luego pide que estos le den los frutos de la viña, los viñadores maltratan a los
enviados; el dueño decide enviar en último término a su hijo, pensando que a él lo
respetarán, pero no sucede así, sino todo lo contrario: los malos viñadores no sólo maltratan
al hijo del dueño, sino que terminan por matarlo.
La parábola, que parecería en primer término un hecho policial, o un hecho de
características delictivas sin más trascendencia –unos viñadores que usurpan lo que no es
suyo, y un homicidio-, tiene sin embargo un hondo significado religioso, sobrenatural y
misterioso.
Cada elemento de la parábola tiene su connotación simbólica y religiosa, representativa
de realidades ultraterrenas y de hechos misteriosos relacionados con la salvación de la
humanidad: el dueño de la viña, aquél que envía primero a sus servidores y luego a su hijo,
es Dios Padre; el hijo del dueño, quien termina siendo asesinado por los viñadores homicidas,
es Dios Hijo; los usurpadores de la viña, aquellos que arrendaron la viña pero finalmente
decidieron apropiarse de ellas con malas artes, son los fariseos; los enviados por el dueño de
la viña y maltratados por los usurpadores, son los ángeles y los profetas del Antiguo
Testamento, quienes anuncian la pronta llegada del Unigénito, el Mesías; la muerte del hijo
del dueño de la viña es la muerte del Hijo de Dios en la cruz; la acción del dueño, de quitar la
viña a los malos labradores y dárselos a aquellos que le darán frutos buenos a su tiempo,
significa el decaimiento de la Sinagoga a favor de la Iglesia.
Lejos entonces de representar un mero caso de posesión ilegal por parte de
usurpadores, toda esta parábola habla del misterio pascual de Jesús, de su misterio pascual
de muerte y resurrección.
Es este misterio de Jesús al cual estamos llamados a reproducirlo, en nuestras propias
vidas: estamos llamados a trabajar en su Viña, la Iglesia; estamos llamados a reconocer al
Hijo Único del Padre, Jesucristo; estamos llamados a ser los herederos y poseedores de la
Viña Nueva del Señor, la que da un fruto nuevo y delicioso, el Vino de la Alianza Nueva y
eterna, que es la sangre del Cordero de Dios, derramada en el lagar de la Pasión; estamos
llamados a ser herederos y poseedores de la Nueva Viña del Señor, la Iglesia Católica.
Sin embargo, muchas veces nos comportamos como los malos viñadores, cuando
matamos a Jesús con nuestras malas obras, cuando no escuchamos su Palabra, cuando la
dejamos pasar en vano.
Recibamos entonces al Dueño de la Viña, el Heredero Jesucristo, en la Eucaristía, y
trabajemos en su Viña, la Iglesia.
Padre Álvaro Sánchez Rueda