EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 11,25-30.
En esa oportunidad, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por
haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los
pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde
de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Buenaventura (1221-1274), franciscano, doctor de la Iglesia
La Viña mística, §8-9
«Viendo que Jesús estaba muerto..., uno de los soldados con su lanza, le
atravesó el costado; y salió sangre y agua» (Jn 19,33-34)
Han taladrado no sólo sus manos y pies (Sal 21,17), sino también atravesaron
su costado y han abierto el interior de su corazón santísimo que ya se había herido
por la lanza del amor... Acerquémonos, y estremezcámonos, nos alegraremos en ti,
recordando tu corazón. ¡Qué dulzura, qué delicia convivir en este corazón! (cf Sal
132,2). Tu corazón, ¡oh buen Jesús!, es un verdadero tesoro, una perla preciosa,
que hemos encontrado profundizando en el conocimiento de tu cuerpo (Mt 13,44-
45). ¿Quién la rechazaría? Más bien, lo daría todo; a cambio, entregaré todos mis
pensamientos y todos mis deseos para obtenerla, depositando todas mis
preocupaciones en el corazón del Señor Jesús, y sin duda este corazón me
alimentará.
En este templo, en este «santa santorum», ante esta arca de la alianza (1R
6,19), adoraré y alabaré el nombre del Señor, diciendo con David: "He encontrado
mi corazón para pedir al Señor» (2S 7,27). Y yo, he encontrado el corazón de
Jesús, mi Rey, mi hermano y mi tierno amigo. Y yo ¿no rezaré? Ciertamente rezaré.
Porque su corazón está conmigo, le diré con audacia, e incluso más: porque Cristo
está verdaderamente a mi lado, como mi jefe, mi cabeza (Col 1,18), ¿no estará
conmigo?... Este corazón divino es mi corazón; está verdaderamente en mi.
Realmente, con Jesús dispongo mi corazón. ¿Qué tiene de extraño esto? La
«multitud de creyentes" formaban «un solo corazón" (Hchos. 4,32).
Habiendo encontrado, muy dulce Jesús, este corazón, que es el tuyo y el mío,
te rezaré a ti que eres mi Dios. Recibe mis oraciones en este santuario donde te nos
escuchas, o más bien, atráeme enteramente hacia tu corazón... Tú puedes hacerme
pasar por el agujero de una aguja, después de haberme hecho depositar el peso de
esta carga que llevo sobre los hombros (Mt 19,24; 11,28). Jesús, el más hermoso
de toda la belleza humana, lávame aún más de mi inequidad y purifícame de mis
pecados (Sal 44,3; 50,4) para que, purificado por ti, me pueda me acercar a ti que
eres más puro, que merezca «habitar todos los días de mi vida» en tu corazón y
pueda siempre ver y realizar tu voluntad (Sal. 26,4 ss).
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”