“aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio”
Mt 11, 25-30:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
“VENGAN A MI”
La liturgia de la Palabra de hoy, como un sorbo de agua de manantial, reconforta
nuestra sed de caminantes. Todo lo sencillo e intacto conserva el poder de
encandilamos y renovamos internamente si por un instante nos detenemos y
disfrutamos de ello. Con la sencillez de los pequeños, Jesús desenmascara los
propósitos que nos formamos, quizá de buena fe, pero que no se corresponden con
los planes de Dios. Con frecuencia, nos empeñamos en trabajar por el Reino de los
Cielos con materiales y utensilios equivocados: nos hacemos una idea del «éxito»
que sólo encaja en un horizonte estrecho, “bajo el dominio de la carne”. La Palabra
nos llama a la humildad de Dios y de Cristo, nos conduce a la rectitud que triunfará
el día del Señor, nos invita a edificar la paz en nuestro alrededor apaciguando el
corazón.
Admitamos que aún no nos hemos aprendido esta lección; verdaderamente, no
conocemos ni al Padre ni al Hijo. Ser conscientes de ello es el primer fruto de
escuchar la Palabra. Seamos sus discípulos: “Vengan a mí”, nos dice la Sabiduría.
Despojaos de los sofisticados andamios de vuestra pretendida inteligencia y
eficiencia, que terminan aprisionándoos. Descended a las extremas profundidades
de mi muerte, y mi Espíritu os resucitará internamente para una vida nueva y libre.
Si la libertad y la paz son valores todavía estimados, su nombre secreto no está de
moda: humildad y sencillez de corazón. Miremos al Dios hecho hombre:
contemplémosle y quedaremos radiantes.
ORACION
Te ruego, Señor, que derribes los andamios de mi ciencia humana; líbrame de la
lógica enmarañada de mis razonamientos, de mi orgullosa autosuficiencia, y
concédeme la sencillez del niño, que descubra cada mañana la novedad de todo
cuanto sucede, cuando siempre parece igual. Hazme pequeño y libre, Señor, que
me encuentre entre los dichosos que tienen ojos para ver y oídos para oír las
grandes cosas que has revelado. Y entonces comprenderé que el nuevo orden del
mundo, el orden de la justicia y de la paz, lo has depositado en mis manos. Amén.