Tenemos que sentirnos pequeños ante Dios
03/07/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclam: “¡Te doy gracias, Padre, Seor del cielo y de la
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has
revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar.
Vengan a mí, todos que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré.
Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de
corazn, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, quiero conocerte más para poder construir toda mi vida entorno a Ti.
Tú eres quien puede aligerar y dar sentido a todos los problemas de mi vida.
Petición
Padre mío, permite que la sencillez y la confianza sean el distintivo de mi oración.
Meditación
«Precisamente gracias a esta virtud, bastaron treinta y tres días para que el Papa
Luciani entrara en el corazón de la gente. En sus discursos ponía ejemplos tomados
de hechos de la vida concreta, de sus recuerdos de familia y de la sabiduría
popular. Su sencillez transmitía una enseñanza sólida y rica, que, gracias al don de
una memoria excepcional y una vasta cultura, adornaba con numerosas citas de
escritores eclesiásticos y profanos. Así, fue un catequista incomparable, siguiendo
las huellas de san Pío X, su paisano y predecesor, primero en la cátedra de san
Marcos y después en la de san Pedro. "Tenemos que sentirnos pequeños ante
Dios", dijo en esa misma audiencia. Y añadió: "No me avergüenzo de sentirme
como un niño ante su madre; a la madre se le cree; yo creo al Señor y creo lo que
él me ha revelado" (ib., p. 4). Estas palabras muestran toda la grandeza de su fe. A
la vez que damos gracias a Dios por haberlo dado a la Iglesia y al mundo,
atesoremos su ejemplo, comprometiéndonos a cultivar su misma humildad, que lo
capacitó para hablar con todos, especialmente con los pequeños y con los así
llamados lejanos. Con este fin, invoquemos a María santísima, humilde Esclava del
Señor» (Benedicto XVI, 28 de septiembre de 2008).
Reflexión apostólica
«La humildad se opone a la soberbia, inclinación arraigada en el corazón humano
desde el pecado original y que tiene múltiples manifestaciones, a veces muy sutiles,
como el orgullo, la vanidad, la autosuficiencia, la susceptibilidad y la rebeldía»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 176).
Propósito
Hacer con humildad y alegría algún servicio, a mi familia o compañeros de estudio o
trabajo.
Diálogo con Cristo
Hacerse pequeño para poder crecer en el amor es el camino que con tu gracia,
Señor, puedo recorrer. Son muchas las personas cercanas, angustiadas y
preocupadas por el futuro, que necesitan conocer y experimentar tu amor. No dejes
que me olvide que lo único que puede convencer a otros es la caridad, hecha
servicio y entrega a los demás.
«Manifestar ante los demás la propia fe con valor, los propios principios con
convicción, las propias aspiraciones con nobleza es un magnífico instrumento de
apostolado»
( Cristo al centro, n.149).