Lunes 04 de Julio de 2011
Lunes 14ª semana de tiempo ordinario 2011
Génesis 28,10-22a
En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán. Casualmente
llegó a un lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol. Cogió
de allí mismo una piedra, se la colocó a guisa de almohada y se echó a dormir en
aquel lugar.
Y tuvo un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la cima tocaba el
cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en pie sobre ella y
dijo: "Yo soy el Señor, el Dios de tu Padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra
sobre la que estás acostado, te la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia se
multiplicará como el polvo de la tierra, y ocuparás el oriente y el occidente, el norte
y el sur; y todas las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya y de
tu descendencia. Yo estoy contigo; yo te guardaré dondequiera que vayas, y te
volveré a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido."
Cuando Jacob despertó, dijo: "Realmente el Señor está en este lugar, y yo no
lo sabía." Y, sobrecogido, añadió: "Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de
Dios y la puerta del cielo." Jacob se levantó de madrugada, tomó la piedra que le
había servido de almohada, la levantó como estela y derramó aceite por encima. Y
llamó a aquel lugar "Casa de Dios"; antes la ciudad se llamaba Luz. Jacob hizo un
voto, diciendo: "Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy
haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme, si vuelvo sano y salvo
a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he levantado
como estela será una casa de Dios."
Salmo responsorial: 90
R/Dios mío, confío en ti.
Tú que habitas al amparo del Altísimo, / que vives a la sombra del
Omnipotente, / di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío, / Dios mío, confío en ti." R.
Él te librará de la red del cazador, / de la peste funesta. / Te cubrirá con sus
plumas, / bajo sus alas te refugiarás. R.
"Se puso junto a mí: lo libraré; / lo protegeré porque conoce mi nombre, /
me invocará y lo escucharé. / Con él estaré en la tribulación." R.
Mateo 9,18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se
arrodilló ante él y le dijo: "Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la
cabeza, y vivirá." Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que
sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el
borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría. Jesús se
volvió y, al verla, le dijo: "¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado." Y en aquel momento
quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la
gente, dijo: "¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Cuando
echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La
noticia se divulgó por toda aquella comarca.
COMENTARIOS
La fe de la mujer es comparable a la del jefe; su certeza de curación es total.
En ambos casos, Israel ve que su única salvación está en Jesús. El vestido equivale
a la persona. Jesús había curado con su contacto al leproso (8,3) y a la suegra de
Pedro (8,15). La unión de estas dos figuras muestra de nuevo que la enfermedad
de esta mujer es, como en 8,15, el nacionalismo exclusivista y éste es el que causa
su impureza (8,3).
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de fundación ÉPSILON)