¿AL BORDE O DENTRO DEL CAMINO?
Por Javier Leoz
Entrañable parábola la de este domingo del tiempo ordinario para curar
nuestra sordera espiritual. Una buena forma, esta dinámica de Jesús, para
hacernos comprender y entender su mensaje, su Palabra, sus sentimientos
y su misma misión. Hoy nos podríamos preguntar ¿Dónde estamos
situados? ¿Al borde del camino de la Palabra o dentro de ella? ¿En la
superficialidad o en la profundidad de las cosas? ¿Abrumados por las
dificultades de las zarzas de nuestra vida o liberados de aquellas que nos
impiden abrirnos al Misterio de Dios?
1.- Un paciente había concertado una visita con su médico personal. Le afligía una
dolencia de garganta y, cuando quería digerir algunos alimentos, le resultaba
prácticamente imposible debido a un obstáculo interno. El médico, después de
examinarle, certificó: “tiene un hueso incrustado fruto de una mala digestión; habrá
que operar”.
Con la Palabra del Señor, ocurre tres cuartos de lo mismo. Si no llega hasta lo más
profundo de nuestros corazones es porque andamos “indigestados” con otros
alimentos que perecen, que nos dan una satisfacción puntual pero no duradera.
Preferimos los caminos entre zarzas y rocas para buscar aventuras y, luego, de
ellos salimos lastimados, heridos y vacíos. Nos gusta optar por los parámetros de
una sociedad que nos empuja al puro y duro relativismo es fácil y luego las
consecuencias son trágicas: si ponemos en el centro de todo, el fruto efímero, lo
que se ve y se palpa, cerramos a nuestro interior otra dimensión que nos ofrece
una felicidad definitiva y verdadera: el encuentro personal con Dios.
2.- ¿Tenemos bienes espirituales? ¿Cultivamos la verdad y la vida, la alegría y la fe,
la esperanza y la caridad, la ilusión y la confianza? ¿Trabajamos por la
reconciliación y la paz, el bienestar general y la justicia? Si todo esto (frutos
evangélicos) madura en nuestra vida… ¡mucho más se nos ha de dar en la
eternidad! Por el contrario, si nos dejamos sembrar por el maligno con semillas
envenenadas esparcidas en dudas y desesperanzas, injusticias y egoísmos, odios y
muertes, desconfianzas y tristezas… también se nos negará un día, cuando estemos
frente al Padre, todo eso que El nos puede garantizar eternamente en el cielo.
--¿Ricos espiritualmente en la tierra? Seremos grandes acaudalados de dicha
en el cielo
--¿Pobres espiritualmente mientras vivimos y nos encontramos en el mundo?
Ruina segura cuando nos vayamos de él.
--¿Enzarzados por la maraña de la seducción y ahogados por la inmediatez? --
Asombrados nos quedaremos cuando , al despertar ante el semblante de Dios
Padre, comprendamos lo que hemos dejado de lado y el tiempo perdido mientras
estuvimos vivos.
3.- ¡SIEMBRA EN MI, OH SEÑOR!
Tu PALABRA en el fondo de mi corazón
para que, nunca los pájaros de palabras vacías,
corrompan y rompan lo que Tú tienes pensado para mí
Tu PALABRA en mis labios
y que, por donde yo avance,
sea pregonero de tu Reino y de tu justicia
de tu bondad, de tu gracia y de tu poder.
¡SIEMBRA EN MI, OH SEÑOR!
Tu PALABRA en mi mente
para que, cuando el maligno me tiente,
sepa responder con claridad y fortaleza
a todo lo que pretende alejarme de Ti
A todo aquello que me confunde y me mata
a todo aquello que, presentándose como noble,
no es sino confusión, abrojo, espina y zancadilla
¡SIEMBRA EN MI, OH SEÑOR!
Tu PALABRA en mis pies
Donde yo vaya, deje huella de tu presencia
Donde yo caiga, tu mano siempre me alcance
Donde yo ascienda, sepa encontrarte
Donde yo descienda, sepa que Tú me esperas
¡SIEMBRA EN MI, OH SEÑOR!
Profundidad frente a la superficialidad
Frutos de eternidad frente a lo efímero
Confianza, frente a la desesperanza
Animo frente al pesimismo
Sí, ¡oh Señor!
Siembra en mí, aunque yo me resista,
aunque me vaya por terrenos pedregosos
aunque, muchas veces, me venza el maligno
aunque, otras tantas, prefiera ser contaminado
por el mal sembrador que todo lo arruina
¡SIEMBRA EN MI, OH SEÑOR!