EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la XIV Semana del Tiempo Ordinario Año Impar
Libro de Génesis 44,18-21.23b-29.45,1-5.
Judá se acercó para decirle: "Permite, señor, que tu servidor diga una palabra en tu
presencia, sin impacientarte conmigo, ya que tú y el Faraón son una misma cosa.
Tú nos preguntaste si nuestro padre vivía aún y si teníamos otro hermano.
Nosotros te respondimos: Tenemos un padre que ya es anciano, y un hermano
menor, hijo de su vejez. El hermano de este último murió, y él es el único hijo de la
madre de estos dos que ha quedado vivo; por eso nuestro padre siente por él un
afecto muy especial.
Tú nos dijiste: "Tráiganlo aquí, porque lo quiero conocer".
tú nos volviste a insistir: "Si no viene con ustedes su hermano menor, no serán
admitidos nuevamente en mi presencia".
Cuando regresamos a la casa de nuestro padre, tu servidor, le repetimos tus
mismas palabras.
Pero un tiempo después, nuestro padre nos dijo: "Vayan otra vez a comprar
algunos víveres".
Nosotros respondimos: "Así no podemos ir. Lo haremos únicamente si nuestro
hermano menor viene con nosotros, porque si él no nos acompaña, no podemos
comparecer delante de aquel hombre".
Nuestro padre, tu servidor, nos respondió: "Ustedes saben muy bien que mi esposa
predilecta me dio dos hijos.
Uno se fue de mi lado; yo tuve que reconocer que las fieras lo habían despedazado,
y no volví a verlo más.
Si ahora ustedes me quitan también a este, y le sucede una desgracia, me harán
bajar a la tumba lleno de aflicción".
José ya no podía contener su emoción en presencia de la gente que lo asistía, y
exclamó: "Hagan salir de aquí a toda la gente". Así, nadie permaneció con él
mientras se daba a conocer a sus hermanos.
Sin embargo, los sollozos eran tan fuertes que los oyeron los egipcios, y la noticia
llegó hasta el palacio del Faraón.
José dijo a sus hermanos: "Yo soy José. ¿Es verdad que mi padre vive todavía?".
Pero ellos no pudieron responderle, porque al verlo se habían quedado pasmados.
Entonces José volvió a decir a sus hermanos: "Acérquense un poco más". Y cuando
ellos se acercaron, añadió: "Sí, yo soy José, el hermano de ustedes, el mismo que
vendieron a los egipcios.
Ahora no se aflijan ni sientan remordimiento por haberme vendido. En realidad, ha
sido Dios el que me envió aquí delante de ustedes para preservarles la vida.
Evangelio según San Mateo 10,7-15.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a
los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
No lleven encima oro ni plata, ni monedas,
ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que
trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable
y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa
paz vuelva a ustedes.
Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa
ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.
Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos
rigurosamente que esa ciudad.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Liturgia Bizantina
Liturgias Eucarísticas de San Juan Crisóstomo y de San Basilio : Gran letanía de la
paz y la comunión
«Que la paz descienda sobre vuestras casas»
Diácono: En paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad
Diácono:
Por la paz que es don de lo alto y por la salvación de nuestras almas, roguemos al
Señor.
Por la paz del mundo entero, por la prosperidad de las santas Iglesias de Dios, y
por la unión de todos, roguemos al Señor.
Por este santo templo, y por los que a él vienen con fe, piedad y temor de Dios,
roguemos al Señor.
Por nuestro santo Padre el Papa (N), por nuestro Metropolita (N), por nuestro
Obispo (N), por el colegio de presbíteros, por los diáconos que sirven en Cristo, por
todo el clero y el pueblo, roguemos al Señor.
Por las autoridades y gobernantes de nuestro país, roguemos al Señor.
Por nuestro pueblo, por esta ciudad, por todas las ciudades y comarcas, y por los
fieles que en ellas habitan, roguemos al Señor.
Por un clima favorable, por la abundancia de los frutos de la tierra, y por los
tiempos pacíficos, roguemos al Señor.
Por los que viajan, por los enfermos, por los oprimidos y cautivos, y por su
salvación, roguemos al Señor.
Para vernos libres de toda desgracia, castigo, peligro y angustia, roguemos al
Señor.
Ayúdanos, sálvanos, ten piedad de nosotros, oh Dios, y protégenos con tu
gracia.
Haciendo memoria de nuestra santísima Señora, la inmaculada, bendita y gloriosa
Madre de Dios y siempre Virgen María, y de todos los santos, encomendémonos a
nosotros mismos, y los unos a los otros y nuestra vida entera a Cristo Dios.
Coro:A Ti, Señor.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”