EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la XIV Semana del Tiempo Ordinario. Año Impar
Libro de Génesis 46,1-7.28-30.
Israel partió llevándose todos sus bienes. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios
al Dios de su padre Isaac.
Dios dijo a Israel en una visión nocturna: "¡Jacob, Jacob!". El respondió: "Aquí
estoy".
Dios continuó: "Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de bajar a
Egipto, porque allí haré de ti una gran nación.
Yo bajaré contigo a Egipto, y después yo mismo te haré volver; y las manos de
José cerrarán tus ojos".
Cuando Jacob salió de Berseba, los hijos de Israel hicieron subir a su padre, junto
con sus hijos y sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para
trasladarlos.
Ellos se llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en
Canaán. Así llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia
- sus hijos y sus nietos, sus hijas y sus nietas - porque él había llevado consigo a
todos sus descendientes.
Israel hizo que Judá se le adelantara y fuera a ver a José, para anunciarle su
llegada a Gosen. Cuando llegaron a la región de Gosen,
José hizo enganchar su carruaje y subió hasta allí para encontrarse con su padre
Israel. Apenas este apareció ante él, José lo estrechó entre sus brazos, y lloró un
largo rato, abrazado a su padre.
Entonces Israel dijo a José: "Ahora sí que puedo morir, porque he vuelto a ver tu
rostro y que vives todavía".
Salmo 37(36),3-4.18-19.27-28.39-40.
Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón.
El Señor se preocupa de los buenos y su herencia permanecerá para siempre;
no desfallecerán en los momentos de penuria, y en los tiempos de hambre
quedarán saciados.
Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia y nunca abandona a sus fieles. Los impíos serán
aniquilados y su descendencia quedará extirpada,
La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en el momento del
peligro;
el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en él.
Evangelio según San Mateo 10,16-23.
Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como
serpientes y sencillos como palomas.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en
las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio
delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo
que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará
en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a
su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere
hasta el fin se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan
a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel,
antes de que llegue el Hijo del hombre.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Buenaventura (1221-1274), franciscano, doctor de la Iglesia
Vida de san Francisco, Leyenda mayor, cap. 11 (trad.Jesús Larrínaga, o.f.m.
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC 399) 1998, 7ª edición –reimpresión)
«Sagaces como las serpientes y cándidos como las palomas»
El incesante ejercicio de la oración, unido a la continua práctica de la virtud,
había conducido al varón de Dios a tal limpidez y serenidad de mente, que -a pesar
de no haber adquirido, por adoctrinamiento humano, conocimiento de las sagradas
letras-, iluminado con los resplandores de la luz eterna, llegaba a sondear, con
admirable agudeza de entendimiento, las profundidades de las Escrituras.
Efectivamente, su ingenio, limpio de toda mancha, penetraba los más ocultos
misterios, y allí donde no alcanza la ciencia de los maestros,
Preguntáronle en cierta ocasión los hermanos si sería de su agrado que los
letrados admitidos ya en la Orden se aplicasen al estudio de la Sagrada Escritura, y
Francisco respondió: «Sí, me place, pero a condición de que, a ejemplo de Cristo,
de quien se dice que se dedicó más a la oración que a la lectura (Lc 11,1;2,46) no
descuiden el ejercicio de la oración, ni se entreguen al estudio sólo para saber como
han de hablar, sino, más bien, para practicar lo que han escuchado, y,
practicándolo, lo propongan a los demás para que lo pongan por obra. Quiero -
añadió- que mis hermanos sean discípulos evangélicos y de tal modo progresen en
el conocimiento de la verdad, que crezcan en pura simplicidad, sin separar la
sencillez de la paloma de la prudencia de la serpiente, virtudes que el soberano
Maestro conjuntó en la enseñanza de sus benditos labios.»
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”