“El hombre que escucha la Palabra y la comprende. Éste produce fruto”
Mt 13, 1-23
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
DIOS “PONE EN COMÚN” SU REALIDAD MEDIANTE SU PALABRA.
Si, como sugieren los Padres del desierto, antes de hablar nos preguntásemos con qué
intención lo hacemos, en seguida enmudeceríamos: a menudo, nuestras palabras son
charlatanería o, aún peor, maledicencia. La Palabra de Dios es diferente: está en todo y
siempre; es comunicación de su proyecto, de sus deseos. ¿No significa comunicar poner
en común? Dios “pone en común” su Realidad mediante su Palabra.
Una comunión ofrecida es como una semilla esparcida: lleva en sí misma la vida que
nacerá, si bien sólo es una propuesta hasta que no encuentre un terreno donde germinar:
el corazón del hombre. Si éste se endurece, como un camino trillado, la Palabra no
penetrará: nos encontraremos más encerrados y egoístas, pues estamos rechazando la
comunión con Dios. Si nuestro corazón es superficial, la Palabra no echará raíces:
estaremos más solos, pues no dejamos hueco a la presencia del Señor. Si nuestro
corazón se inquieta con afanes mundanos y preocupaciones fútiles, la Palabra no crecerá:
la verdadera alegría quedará asfixiada, ahogada por ilusiones y espejismos. Sin embargo,
seremos dichosos si nos presentamos ante Dios con un corazón dispuesto a escuchar.
Entonces, vendrá el Hijo, Palabra viviente, y crecerá en nosotros “tomando cuerpo” en
nuestra vida, en nuestras relaciones y en nuestras múltiples acciones. El grano de trigo
que ha muerto produciendo fruto abundante (cf Jn 12) hará que demos el ciento por uno,
hasta poder afirmar con Pablo: “y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí.
Ahora, en mi vida mortal, vivo creyendo en el Hijo de Dios...” (Ga12, 20).
ORACION
Jesús, divino Sembrador, ven y siembra el campo que somos nosotros. Prepara el terreno,
límpialo de espinos y piedras, rotura con profundos surcos la tosca tierra, allana los
terrones y, después, atravesando el campo con pasos largos, con gesto grandioso,
solemne, desparrama a voleo la semilla con tus admirables manos.
Jesús, divino Sembrador y semilla de vida eterna, ven, en esta hora de gracia, siembra en
nuestros corazones tú Palabra, tú mismo, y que germine, florezca y fructifique la Iglesia
peregrina para los graneros del Cielo. Amén.Cristo Jesús viva en sus corazones