XV Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A (Año Impar)
Lunes
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Proverbios 2,1-9:
Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la
sensatez y prestando atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y
llamas a la prudencia; si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro,
entonces comprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios.
Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia.
Él atesora acierto para los hombres rectos, es escudo para el de conducta
intachable, custodia la senda del deber, la rectitud y los buenos senderos.
Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda obra buena.
Sal 33,2-3.4.6.9.12.14-15 R/. Bendigo al Señor en todo momento
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará. R/.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor. R/.
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,27-29:
En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te
hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se
siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os
sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja
casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien
veces más, y heredará la vida eterna.»
II. Oramos con la Palabra
SEÑOR, qué bien entendió San Benito y aplicó a su vida tu respuesta a Pedro.
Dejó todo lo que tenía, poco o mucho, para seguirte en libertad. Y tú le diste
cien veces más, y la vida eterna, que disfruta a tu lado con tantos miles de
monjes que siguieron su Regla. Hoy te pido por Europa, de la que es Patrón: que
no pierda en el siglo XXI los rasgos cristianos que definen sus veinte siglos
anteriores.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 publicado por EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
“El Señor custodia los buenos senderos”
Las palabras de los Proverbios, emanadas de Dios: “Porque es el Señor quien da
sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia”, están, en la misma línea de
las de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Todas las “instrucciones”
de Yahvé en el Antiguo Testamento y todas la de Jesús aciertan, dan en el clavo.
Instrucciones que, aunque de sobra conocidas, no dejan, principalmente
algunas, de sorprendernos a primera vista. Aunque, a segunda vista, y después
de nuestro recorrido cristiano, sabemos, tenemos la experiencia de que Jesús
acierta en todas ellas, resumidas en sus bienaventuranzas y en todo el sermón
de la montaña.
¿Qué nos va a tocar?
No estoy seguro de que San Benito formulase a Jesús la misma pregunta de San
Pedro en el evangelio de hoy, en torno a la recompensa a recibir por seguirle.
San Benito, cuando atisbó quién era Dios, ante todo y sobre todo, quiso
“quaerere Deum”, “buscar a Dios”. Y su recompensa no podía ser otra que
encontrar a Dios y gozar de su amistad. No quería más. Los místicos siempre
han tenido este fuerte deseo: la unión amorosa con Dios. Y este es también el
deseo de todo buen cristiano. Sabiendo que nuestra unión amorosa con Dios es
el mejor trampolín para amar a nuestros hermanos. Nuestra recompensa por
seguir a Cristo Jesús es el amor, la realidad más sublime y bella de todas. El
amor a Dios, a nuestros semejantes y a nosotros mismos.
Por eso, San Benito (480-547), fundador de los benedictinos y patriarca del
monaquismo occidental, él y sus hijos, quieren recordarnos que Dios es Dios, a
quien hay que alabar, agradecer, implorar, buscar, encontrar, disfrutar… Quieren
ser memoria de Dios y de otra dimensión humana esencial: la de colaborar con
el Creador con el trabajo de cada día: “Ora et labora”.
Fray Manuel Santos Sánchez
La Virgen del Camino
Con permiso de dominicos.org