Comentario al evangelio del Jueves 14 de Julio del 2011
Queridos amigos y amigas:
Moisés insiste en conocer el nombre de Dios, necesita credenciales para su misión. El nombre que
mejor le cuadra es el de “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”; es decir, el de un Dios que
acompaña al pueblo.
Me pregunto si esta imagen del “Dios de los padres”, correctamente entendida, no es un bálsamo para
todos aquellos que, en la búsqueda de Dios, se encuentran –como dice el evangelio de hoy- cansados y
agobiados.
El “Dios de los padres” hace referencia a un amor providente que guía a la humanidad, que se ha
manifestado en la “puesta en marcha” de esta colosal joya que es el universo, en la emergencia de la
vida, en el “principio antrópico” que hace posible la aparición del ser humano, ... en la encarnación del
Hijo.
Es difícil que un científico, habituado a describir cómo son las cosas, se atreva a decir una palabra
acerca de lo que realmente son y menos aún acerca de por qué son. En este sentido, admiro la humildad
de muchos hombres de ciencia que, como les gusta decir a ellos mismos, se “atienen a los hechos”.
Pero esto es sólo una pequeña parte de la búsqueda humana y no precisamente la más importante. La
competencia del científico se ve enriquecida por la búsqueda del filósofo y, sobre todo, por la
experiencia del místico.
¿Podremos en este siglo XXI emprender una búsqueda verdaderamente interdisciplinar o seguiremos
prisioneros de nuestro propio “punto de vista”?
Vuestro hermano en la fe:
Fernando González
Fernando González