“No he venido a traer la paz, sino la espada”
Mt 10, 34-11,1
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
REFORZAR EN NOSOTROS LA ADHESIÓN TOTAL, PROFUNDA, A CRISTO
El fragmento del evangelio que hemos leído nos muestra una vez más la importancia de
la fe en Cristo y, en especial, de su persona. Esta fe, tal como era considerada por el
mismo Jesús y por la comunidad primitiva, está por encima de las cosas más sagradas y
más grandes de la vida. Sería una fe falsa aquella que, para no romper los vínculos
familiares o amistosos, permaneciera en un nivel superficial o lo fuera sólo de nombre,
sin ninguna exigencia. La verdadera fe, para los evangelios, significa un corte en lo vivo
y, si se da el caso, la renuncia a los sentimientos más profundos del corazón, porque lo
que cuenta es la opción por Cristo frente a todos los demás valores e ideales de la vida.
El mensaje del evangelio de hoy es que debemos reforzar en nosotros la adhesión total,
profunda, a Cristo, prefiriéndole a todo, y prefiriendo nuestra fe a cualquier otra fe,
religión o ideal humano, especialmente en el mundo de hoy, que vive dividido entre los
poderosos desafíos de la técnica, de las incesantes conquistas, del bienestar y de otras
realidades que son, muchas veces, los ídolos de la humanidad moderna. Ser capaz de
reafirmar la fe en Cristo y en el Evangelio es una necesidad vital para el hombre
creyente de nuestros días, porque de otro modo esta fe se oxidará y se perderá.
ORACION
«Pero lo que entonces consideraba una ganancia, ahora lo considero pérdida por amor
a Cristo» (Flp 3,7). Señor, haz que nuestra adhesión a ti, como la de Pablo, como la de
los apóstoles, como la de tantos santos y tantos fieles de la Iglesia, sea total, absoluta;
que esté por encima de todo vínculo, de todo sentimiento y afecto, por encima de todo
valor humano. Porque sólo tú eres la verdad, la luz, el camino, el alimento, la paz, la
alegría y la esperanza de nuestro corazón.
Entonces podremos orar con las palabras de un autor moderno como F. Dostoievski,
nada sospechoso de una devoción excesiva, que nos ha dejado un testimonio
impresionante de fidelidad a Cristo. Escribía así en una de sus cartas: «A veces, Dios
me envía momentos de lucidez. En estos momentos, amo y siento que soy amado. Fue
en uno de esos instantes cuando compuse para mi mismo un Credo, donde todo es
claro y sagrado. Helo aquí: “Creo que no hay nada más bello, más profundo, más
agradable, más viril y más perfecto que Cristo. Y me digo a mí mismo, con un amor
celoso, que no hay ni puede haber nadie más grande que él. Más aún, si alguien llegara
a probarme que Jesús está fuera de la verdad y que la verdad no se encuentra en él, yo
preferiría permanecer con Cristo antes que con la verdad”» (F. Dostoievski,
Corrispondenza con la baronesa Von Wisine).