“Les aseguro que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los
cielos”
Mt 18, 1-4
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
CONSEGUIR EL CORAZÓN, LA MENTE Y LOS OJOS DE UN NIÑO SE CONVIERTE
REALMENTE EN UNA CONQUISTA
Jesús no buscó para sí, durante su vida, cargos públicos ni puestos de prestigio, tampoco se
dejó impresionar por los títulos honoríficos de la gente que tenía delante, ni por su experiencia,
ni por los años, ni por las canas: miraba a cada hombre a los ojos sin ninguna timidez, leía
hasta el fondo sus pensamientos e intenciones. Jesús, para liberamos de todo desvarío de
grandeza y permitirnos construir verdaderas comunidades, nos indicó el camino del hacemos
niños, la vía de la infancia espiritual recorrida sabiamente por santa Teresa del Niño Jesús.
Lo que une no es la habilidad real o presunta, sino la «pequeñez» acogida en el Hijo, el
hacerse como niños los unos ante los otros y ante Dios. Hacerse como niños no es poner en
marcha un proceso de involución, sino llevar a cabo un cambio radical, una conversión radical,
en nuestro modo de ser ante Dios y ante los otros. Hacerse como un niño es hacer sitio a la
confianza que el pequeño muestra frente a sus padres, a la serenidad y al optimismo con que
mira al futuro. El niño se abre cada día, con una disponibilidad siempre fresca, a las nuevas
experiencias. Hacerse como un niño es fiarse, no temer «enredos», no hacer cálculos, no
preguntarse si y cuánto ganaremos. Hacerse como un niño es olvidar lo que hemos hecho y lo
que hemos sufrido, no encerramos en nosotros mismos con resentimiento o malhumorados por
las amarguras que hemos pasado. Lo que mantiene la unión no es el acuerdo impecable y
perfecto, sino el perdón recibido y otorgado de manera constante.
Conseguir el corazón, la mente y los ojos de un niño se convierte realmente en una conquista.
Y está fuera de duda que la vive de un modo más consciente y pleno precisamente quien ha
vivido más, quien más se ha entregado, quien más ha sufrido. La comunidad se construye
sobre todo cuando tiene en su centro, como valor absoluto, a aquel que se hizo el último y
siervo de todos: al Señor crucificado, revelación del Dios amor que se hizo pequeño para
acoger a los pequeños. Llegar a ser niños es una espiritualidad que puede crecer con los años.
ORACION
Señor, ¿debo ser como un niño del evangelio? ¿Yo, Señor, a quien tanto gusta mandar y hacer
que los otros se plieguen a mi voluntad? ¿Yo, que deseo ser el más grande? ¿Yo, que deseo
tener siempre razón y obligar a los otros a callar para hacerme escuchar el primero? ¿Yo, que
estallo de cólera para conseguir imponer mis caprichos? ¿Precisamente yo, Señor?
Tómame, Señor, como aprendiz, para llegar a ser un niño del evangelio. Enséñame tu
mandamiento: a amar a Dios sobre todas las cosas y a servir al prójimo en primer lugar.
Enséñame a estar atento a tu Palabra, que cambia la vida. Llévame lejos del orgullo y de la
mentira. Instruye mi espíritu para que pueda buscarte y seguirte con todo el corazón. ¡Oh
Señor, me gustaría tanto llegar a ser un niño del evangelio! (Ch. Singer - A. Hari, Incontrare
Gesú Cristo oggi, Bolonia 1994 [edición española: Encontrar a Jesucristo hoy, Editorial Verbo
Divino, Estella 1993]).