Bautismo del Señor - B
Evangelio de la Misa: Mc 1,6-11 ¡Hijos de Dios por la gracia!
Hoy es la última fiesta del tiempo litúrgico de la Navidad, que
comenzamos con el Adviento, y celebramos gozosa y solemnemente el
veinticinco de Diciembre y su octava, y que hemos prolongado con la Epifanía, y
ahora concluye con el recuerdo y celebración del Bautismo de Jesús en el
Jordán.
Jesús se somete a este rito del agua, que estaba practicando Juan el
Bautista como signo del buen corazón y los mejores sentimientos para acoger y
escuchar a Cristo, que ya estaba a punto de comenzar su predicación.
Además, este rito del agua, iba a ser el anticipo del auténtico Bautismo, el
del agua y del Espíritu que Cristo instituiría para hacernos hijos adoptivos de
Dios.
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Cómo nos agrada, Señor, verte, uno más entre tus paisanos,
pasando por aquel bautismo de Juan, aunque no lo necesitaras.
Nos das la gran lección de la naturalidad de tu vida entre nosotros,
aceptando y cumpliendo todo lo humanamente noble y honesto.
Además nos introduces en las actitudes elementales a tener
para acogerte a Ti, para seguirte y enamorarnos de tu persona y tu mensaje.
Humildad, sinceridad para reconocernos pecadores y necesitados
de tu perdón, de tu gracia y de tu amor; decisión y valentía para acudir
a las fuentes de la gracia y del perdón, que son ahora los sacramentos.
Te pido para mi, Señor, esos sentimientos que testimoniaste en el bautismo
y que luego predicaste con tanta energía, convicción y reiteración:
la conversión constante del corazón, para reconocerme pecador
y necesitado de Ti, y para luchar cada día por una mayor santidad de vida.
Señor, Tu nos dejaste el Bautismo definitivo, que nos perdona,
pero sobre todo nos hace hijos de Dios por la gracia y el amor,
y hermanos más profundamente unidos y comprometidos
en esta familia espiritual, que es la Iglesia.
Te pido, Señor,`por todos los bautizados, para que seamos más conscientes
de lo que ha supuesto el Bautismo y la Confirmación en cada uno.
Sobre todo te encomiendo a los padres cristianos, que piden el Bautismo
para sus hijos. Que lo hagan conciente y responsablemente,
y cumplan con alegría y optimismo, como padres cristianos, sus compromisos.
Que se den cuenta y valoren convenientemente el tesoro que Dios ha puesto
en manos de sus hijos: la filiación divina;
y que como familia cristiana sean un hogar luminoso y alegre,
una fuente de humanismo y una verdadera iglesia doméstica.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez