“Un hombre que sembr buena semilla en su campo….su enemigo, sembr cizaa
en medio del trigo y se fue”.
Mt 13, 24-43
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL PADRE ACOMPAÑA, SOSTIENE Y SUSTENTA EL PEREGRINAR DEL HOMBRE A LO
LARGO DE LA HISTORIA.
La liturgia actual nos invita a abandonar los esquemas habituales de pensamiento para asumir
los pensamientos de Dios, que sobrepasan a los nuestros, como el cielo dista de la tierra (cf Is
55,8ss). Cuántas veces, viendo que el mal quedaba impune, nos hemos preguntado: dónde
está la justicia de Dios. Cuántas veces, al surgimos absurdas dificultades, hemos exclamado:
“hasta cuándo....
La Palabra, hoy, nos muestra la paciencia de Dios y nos ayuda a comprender mejor la realidad
de su Reino. Para nosotros, es fuerte quien supera cualquier dificultad, tiene éxito y está
seguro. Para Dios, la fuerza está en el amor, hasta el punto de que el Omnipotente es, por
decirlo así, el “Omni-paciente”. Espera, otra vez, de nuevo y siempre, a que cada uno de sus
hijos se arrepienta: la puerta de la casa paterna siempre está entreabierta para todos hasta el
día definitivo. Y aún más, no se limita a esperar, sino que sale al encuentro, haciéndose débil
con los débiles, para conducir a la humanidad hacia la redención plena, la nueva creación, la
realización del Reino.
A través de la cruz de Cristo y de los gemidos del Espíritu, que habita en nosotros, el Padre
acompaña, sostiene y sustenta el peregrinar del hombre a lo largo de la historia. El enemigo
nos obstaculizará, pero no podrá frustrar el plan de Dios. De nosotros depende apresurar el
paso. ¿Cómo? Haciendo nuestro, en las situaciones concretas, el modo de actuar divino;
evitando los inexorables juicios condenatorios, apagando el ferviente deseo de erradicar el mal
con la fuerza.
Aprendamos a cosechar en las realidades más humildes e insignificantes las grandes
ocasiones de caridad que se nos presentan. Entonces, el tiempo de los hombres fermentará
con la levadura del amor de Dios; entonces, el Reino de los Cielos crecerá desmesuradamente
en nuestra historia; entonces, el gemido del Espíritu se convertirá en canto de alabanza
impetuosa de toda la creación.
ORACION
Señor, tú eres bueno y siembras a la luz del día en el campo de la Iglesia, en cada uno de
nosotros, amor, paz y alegría. Y después, viene el enemigo durante la noche y esparce la
cizaña: pensamientos, deseos, sentimientos hostiles y traiciones ocultas que envuelven en
tinieblas nuestro corazón.
Danos el espíritu de vigilancia y que no nos asalte el malvado; haznos fuertes en la tentación y
humildes en la reprensión de nuestras caídas. Haz que no pretendamos de los otros una
perfección que ni nosotros mismos tenemos; danos ojos que sepan ver, además de la cizaña,
la buena semilla; concédenos un corazón que sepa amar como el tuyo, con humildad y
paciencia, incansable.