¿SU CAMINO, ES EL NUESTRO?
Por Javier Leoz
1.- La festividad del apóstol Santiago tiene muchas connotaciones para nuestra
tierra y, por supuesto, para todo el orbe católico y cristiano.
Para España , por ser su Patrón, alcanza también a otras vertientes culturales,
sociales, políticas y, por supuesto, religiosas.
Para España , aunque algunos lo evadan, supone homenajear y festejar al primer
evangelizador de nuestra tierra. A él le debemos los inicios del gran edificio
espiritual que, con el paso de los siglos, hemos ido levantando a través de diversas
generaciones de creyentes.
El Camino de Santiago es una ruta que recorren los peregrinos procedentes de
España y de toda Europa para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde
se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Durante toda la Edad Media
fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y en la época actual ha
vuelto a tomar un gran auge. El Camino de Santiago fue declarado por la UNESCO
Patrimonio de la Humanidad; Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa y
recibió el título honorífico de Calle mayor de Europa
2.- Flaco favor sería, entender y acercarse a la figura de Santiago Apóstol, desde
los aledaños puramente culturales o artísticos que han ido gestándose al borde del
Camino. Entre otras cosas porque, ponerse en camino, no es ir hacia Santiago: es ir
con Santiago hacia el encuentro con Cristo.
Grave ha sido el robo del Códice Calixtino de la Catedral Compostelana. Mucho más
grave, y aunque algunos lo silencien, el atraco a mano armada de todo lo que
suene a cristianismo o catolicismo en nuestra tierra y hasta en nuestra vieja
Europa. ¿Acaso olvidamos que, el Códice, es fruto de la fe de nuestros
antepasados? ¿Qué códice vamos a legar nosotros a las futuras generaciones? ¿El
de la verdad o el de la falsedad? ¿El de la fe o el de la incredulidad? ¿El del aprecio
a Cristo o del olvido de su Reino? ¿El amor a su Iglesia o la persecución hacia ella?
--Celebrar su fiesta , entre otros sentimientos, supone escuchar la voz del Señor
como Santiago la percibió a las orillas de Tiberiades
--Honrar la figura de Santiago, es creer firmemente en la Resurrección de
Cristo. No podemos ponernos en marcha hacia el sepulcro del Apóstol y pensar que,
nuestro objetivo, ha sido cumplido: besar su sepulcro, abrazar su efigie es abrazar
la fe en Cristo muerto y resucitado.
--Avanzar hacia Santiago Apóstol es pedir, por su intercesión, el vivir la
experiencia que él tuvo en el Monte de la Transfiguración.
--Rezar al Apóstol es crecer, ahondar y perseverar en la oración como él lo hizo
con Jesús en el Huerto de los Olivos
--Seguir las huellas de Santiago es saber que, evangelizar, anunciar a Cristo,
puede empujarnos a no ser afamados y sí despreciados o marginados.
3.- ¿Es el camino espiritual de Santiago el nuestro? ¿No estaremos dando excesiva
importancia al camino material desnudándolo de lo que fue genuino, origen y
medular en él? ¿Es el camino hacia Santiago un camino hacia Cristo o un incentivo
puramente cultural? ¿Es el camino de Santiago kilómetros de oración y de
conversión o deporte sano y bueno? ¡Sí; amigos! Orientarse hacia Santiago es
sentir la llamada de Jesús maestro: ¡Ven y sígueme!
No podemos consentir que, el camino que algunos pretenden y promueven –camino
hacia ninguna parte- esconda, disimule o maquille el tesoro que llevamos en vasijas
de barro. El tesoro que vamos buscando. El tesoro que, Santiago, sembró en estas
tierras para que fuera descubierto, conocido y amado: JESUS HOMBRE SALVADOR.
4.- Que Santiago Apóstol sea para todos nosotros un motor que nos impulse a
seguir trabajando por esa segunda evangelización, incluso para algunos la primera,
a la que vamos a asistir en muy pocos años. No hace falta ir a África o a
China….Espaa es país de misin y necesitado de muchos, pero que de muchos
“santiagos”.
Y, por cierto, el Camino hacia Santiago, comienza en el corazón de cada persona
cuando nos preguntamos ¿Qué quiere el Señor de mí? ¿Qué puedo hacer yo por el
Señor, por su Iglesia, por mis hermanos, por mi país, por mis amigos?
5.- SEÑOR SANTIAGO
Como tú, también yo de vez en cuando,
me encuentro arreglando las redes
de mi vida a las orillas de mi existencia.
¿Arreglando…o desarreglando?
¡No lo sé!
Sólo sé que, de cuando en vez,
siento una voz que me dice:
¿Qué haces? ¿Por qué te afanas tanto?
¿Cuánto has pescado hoy?
¿Qué has hecho hoy con tu vida?
Miro hacia arriba, y así como tú, viste algo
no siempre yo veo nada claro.
Me falta tu impetuosidad
y me sobra cobardía para, mirando hacia delante,
saber que hay un Señor que una y otra vez me dice:
¡Ven y sígueme!
Pero ¿sabes?
Siempre respondo lo mismo:
¿A dónde seguirte? ¿Para qué? ¿Por qué yo?
Y es que, Señor Santiago,
siempre pienso que eso de “ven y sígueme”
es para la gente cualificada
para las personas solitarias
para aquellos que son un poco especiales.
Y en el fondo, bien lo sabe Dios,
es miedo a mostrarme como lo que soy.
Digo ser cristiano, y me cuesta demostrarlo
Presumo de ser bautizado, y a duras penas me mantengo
Pretendo seguir a Cristo y, a cualquier distracción,
Prefiero quedarme parado en cualquier esquina.
¡SI; SEÑOR SANTIAGO!
Hoy, permíteme que te dé las gracias por tu gran regalo
Por poner, en nuestra tierra, la primer piedra
de ese gran edificio espiritual de Jesús de Nazaret
Déjame darte las gracias por tu valentía
incluso por haber creído de tal manera en Cristo
que te permitiste el lujo de pedir un puesto privilegiado
al lado del Padre Dios
Déjame, en esta tu fiesta,
sonrojarme ante la grandeza de tu fe
en comparación con la débil mía:
tú fiel hasta dar la vida por Cristo
yo fiel siempre y cuando no me exijan tanto.
Déjame, Señor Santiago,
darte las gracias por habernos dejado
tu encuentro con la Virgen María.
Ella, como hace tantos siglos,
sigue estando presente y ayudando
a todo aquel, a todos aquellos
que se ponen en camino
para llevar la Buena Noticia
por todos los rincones del mundo.
¡Gracias! ¡Gracias, Señor Santiago!