V Domingo de Cuaresma, Ciclo A.
Padre Camilo Maccise, OCD
1. El concilio Vaticano II afirmaba con razón que el máximo enigma de la vida
humana es la muerte y que el ser humano sufre con el dolor y la disolución
progresiva del cuerpo. Al mismo tiempo hacía notar que todos los esfuerzos de la
técnica moderna, no pueden calmar esta ansiedad del hombre y que la prórroga de
la longevidad no puede satisfacer el deseo del más allá que surge del corazón
humano. En un encuentro de intelectuales sobre el tema de la muerte, uno de ellos,
que se declaró ateo, preguntó al gran teólogo Karl Rahner qué era lo que esperaba
al final de la vida y cómo enfrentaba la perspectiva de la muerte. Éste respondió:
yo enfrento la perspectiva de la muerte con paz porque por la resurrección de
Cristo tengo la certeza de que entraré en la plenitud de la vida.
2. El evangelio de hoy, en plena cuaresma, cuando recordamos el sufrimiento y la
muerte de Cristo, nos presenta precisamente esta perspectiva de esperanza. La
muerte no tiene la última palabra, la tienen la vida y la resurrección porque Cristo
resucitado nos ha garantizado nuestra resurrección. Él es la resurrección y la vida.
La fe en la resurrección da una dimensión nueva a todo lo que vivimos y sobre todo
nos hace ver la muerte con ojos diferentes. Ya no es un camino sin retorno o el
final de todo. Es el principio de una vida en plenitud. Ha sido Cristo resucitado el
que ha ganado esta victoria para nosotros liberándonos de la muerte con su propia
muerte.
3. En el mundo de hoy en el que pululan muchas teorías sobre el más allá de la
muerte: la nada, la reencarnación, la absorción en el cosmos. Nosotros los
cristianos estamos llamados a ser, como nos pide el Vaticano II, testigos de la vida
y de la resurrección del Señor Jesús y una señal del Dios vivo. La certeza de la
resurrección nos debe dar valor para anunciar la Buena Noticia que nos trajo Cristo
y a denunciar todo lo que se opone a ella, dispuestos incluso a dar la vida en el
trabajo por la justicia, la paz, la fraternidad en el mundo, como lo han hecho tantos
cristianos a lo largo de los siglos y continúan haciéndolo en nuestros días. Eso es
luchar contra la muerte, porque la injusticia mata más personas que las
enfermedades. Con ese compromiso testimoniamos la resurrección de Cristo y que
resucitaremos con Él.
Camilo Maccise