XXVIII Domingo Ordinario - B
Evangelio de la Misa: Mc 10,17-30 Entrega feliz
Podríamos titular este párrafo evangélico, que se lee en la Santa Misa,
como el Evangelio de los ricos, o también la doctrina de Jesús sobre las riquezas.
En primer lugar hay que destacar que Cristo no valora las riquezas en si
mismas (que sin duda no hay razón para que no sean excelentes) sino que
orienta sobre el buen uso de ellas partiendo de la consulta que le hace un “joven
rico” sobre lo más necesario para salvarse. Jesús se explaya hablando de la
bondad del desprendimiento y la generosidad practicadas por amor de Dios, y
del premio y recompensa de quien vive verdaderamente la virtud de la pobreza.
______________________________________________
Gracias, Señor, por la lección práctica sobre la virtud de la pobreza
y sus manifestaciones concretas en la generosidad,
en la entrega total a servir a los demás, en la austeridad de vida,
en la convivencia compartida y magnánima; y todo ello espoleado
y orientado, reforzado y sobrenaturalizado, con el amor a Ti,
que principalmente quieres que sea el móvil y el objetivo de mi pobreza.
¡Cuántos cristianos han meditado este pasaje evangélico del joven rico,
y a cuántos ha servido para avivar su generosidad y valentía
en la entrega a Ti, viviendo con profundidad y total radicalidad
la vocación cristiana en la vida laical y en el estado sacerdotal y religioso!
Me enseñas, Señor, que no es suficiente con el mero cumplimiento
de los mandamientos, o con el conformismo del aprobado,
mediano y tibio. Me pides que te siga con radicalidad
para luchar por ser santo, “cristiano de primera divisin”.
Me aseguras que solo se encuentra la satisfacción
y la verdadera alegría en el desprendimiento,
la renuncia al egoísmo y al placer personal e individualista.
Gracias, Seor, por esta llamada a “volar alto como las águilas”
en amor de Dios, y a ser tu apóstol en la vida de cada día:
en el trabajo y en la familia, en la convivencia
y en el testimonio social y caritativo.
Quiero gravar en mi corazón tus palabras:
“Anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres,
así tendrás un tesoro en el cielo, y luego, sígueme”.
Que nunca las olvide, que en todo momento y circunstancia te siga,
y que siempre disfrute en tu compañía y seguimiento siendo pobre,
trabajador, servicial, generoso y caritativo con todos.
Que no tanto me preocupe de aparecer pobre, sino de serlo de verdad.
Que solo se note en mi la generosidad, la alegría y la caridad
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez