XXX Domingo Ordinario - B
Evangelio de la Misa: Mc 10,46-52 ¡Tu fe te ha curado!
El Evangelio de hoy nos ofrece la enternecedora historia de un hombre,
humilde y sencillo, y por eso con una gran fe, pero al mismo tiempo muy “terco”
para conseguir lo que se propone, de lo que también podemos aprender.
Por supuesto el personaje representa lo que debe ser el cristiano, cómo
debe manifestar se fe, y cómo utilizarla para lo que realmente interesa: disfrutar
de la salud, material y espiritual. Es además un ejemplo de la actitud orante:
reza y suplica con humildad, confianza y perseverancia.
______________________________________________
Señor, qué ejemplo más elocuente y aleccionador nos ofrece
“el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo”.
También yo estoy muchas veces “al borde del camino”
buscando ansiosamente limosnas que colmen mi felicidad,
y solo encuentro las migajas del individualismo,
las ayudas sociales que me deleitan puntualmente,
pero que no me llenan el corazón, ni me hacen realmente vivir
la verdadera felicidad, ni disfrutar del verdadero bienestar.
Como el ciego Bartimeo quiero gritar “¡Hijo de David,
ten compasin de mi!”. Mira mi pequeez y mis miserias,
mis ansiedades y mis bagatelas. Quiero que me ayudes, deseo salvarme,
ser feliz, disfrutar de la verdadera salud espiritual,
la que me de paz y sosiego al alma, la que me haga mirar al cielo,
para contar siempre con tu amor y tu protección,
la que me abra el corazón a los hermanos, para compartir alegrías
y penas, proyectos y trabajos, la que me predisponga,
y realmente ayude, a ser más santo y más intrépido apóstol.
Señor, quiero repetirte con frecuencia, con humildad, confianza
y perseverancia: “¡Hijo de David, Jesús, ten compasin de mí!”.
Estoy seguro que con mi perseverancia en la oración diaria,
mereceré que me oigas y me concedas, como al ciego Bartimeo,
lo que más ansío: la vida en gracia, el amor de Dios en mi corazón,
para amar yo a los demás como Tu me has enseñado.
¡Qué gozo sintió el ciego Bartimeo al sentir que veía!
Pero sobre todo envidio las palabras que pudo escuchar del Maestro:
“¡Anda, tu fe te ha curado!”
Como él, Seor, te prometo “conservar la vista”, perseverar en la fe
y seguirla con alegría y agradecimiento por el camino de la vida.
Como él quiere rezarte cada día con fe, confianza, humildad y perseverancia.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez