IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.
Padre Camilo Maccise, OCD
1. Los seres humanos vivimos expuestos a cosas imprevistas: accidentes,
enfermedades, fracasos económicos, problemas familiares serios. Nos amenaza la
inseguridad y, por eso, buscamos protegernos, prever el futuro. Existen las
compañías de seguros que nos garantizan ayuda y protección en determinadas
circunstancias y bajo ciertas condiciones. También, en la existencia cotidiana,
caminamos muchas veces a tientas; no sabemos qué hacer; perdemos el sentido
de la vida; caemos en depresiones que nos angustian y atormentan. Para
ayudarnos a resolver los problemas existenciales no existen compañías de seguros
y, sin embargo, estamos necesitados de apoyo para no ser aplastados por la
incertidumbre y caminar sin rumbo por la vida.
2. En el evangelio de hoy, Jesús nos ofrece un seguro que cubre todo y que es
eficaz: el poner en práctica sus enseñanzas, es decir, el esfuerzo por cumplir la
voluntad de Dios que se manifiesta en las circunstancias de cada día. Las lluvias y
torrentes de los que habla Jesús son las pruebas de la vida. Si frente a ellas
reaccionamos guiados por las palabras de Jesús que nos señalan el camino:
confianza en Dios, apoyo en su bondad y misericordia, amor, perdón, comprensión
hacia los demás, la casa de nuestra vida estará edificada sobre roca; sobre Dios
que es la roca y la garantía que no falla. La condición para que funcione el seguro
que Cristo nos ofrece es no sólo escuchar sus palabras que serían como las
cláusulas de un contrato, sino traducirlas en actitud de vida.
3. Nuestra vida está llena de pruebas, tentaciones, cosas imprevistas. No sabemos
lo que encontraremos a la vuelta de la esquina. También nosotros, creyentes,
sufrimos la incertidumbre del futuro. Pero, no debemos olvidar que, como
repetimos en el salmo responsorial, el Señor es nuestro refugio y fortaleza; es
nuestro seguro que cubre todas las situaciones y sabe sacar bienes de los males. Él
nunca nos defrauda. En el Padrenuestro decimos: "hágase tu voluntad, así en la
tierra como en el cielo". Tratar de cumplir la voluntad de Dios es edificar la casa de
nuestra vida sobre roca; ponerle un cimiento antisísmico. Ante la inseguridad de
cada día, pidámosle al Señor que sea nuestra fortaleza y nuestro refugio, la muralla
que nos salve y que nos dirija y guíe para conservar la serenidad en la pruebas de
la vida.
Camilo Maccise