VIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.
Padre Camilo Maccise, OCD
1. La vida humana está llena de conflictos a todos los niveles: personales,
comunitarios, sociales, locales, universales. Son múltiples las causas que los
originan: puntos de vista divergentes, ideologías contrapuestas, luchas de poder.
Pero, entre esas causas una de las más frecuentes es el dinero: injusticias
económicas, préstamos no pagados, desigualdades sociales escandalosas que
marginan y desechan a millones de personas. Basta pensar que el 15% de la
población del mundo posee el 85% de la riqueza y el ochenta y cinco por ciento de
la población el 15%. La mayor parte de las guerras tienen como motivación el
apoderarse de las materias primas de determinadas regiones. Las luchas entre los
narcotraficantes están dictadas por el control de los mercados que producen
ganancias. La globalización económica basada en un capitalismo salvaje ha
convertido el dinero en un verdadero ídolo al que se sacrifica todo.
2. Jesús no se opone a la riqueza que puede ser bien utilizada. Se opone a que ésta
se convierta en ídolo, lo que sucede fácilmente, como lo vemos en el mundo de hoy
cuyo ideal es producir riqueza y acumularla en manos de pocos incluso aplastando
los derechos de las inmensas mayorías. La obsesión del dinero ciega e impide la
justicia más elemental. No se puede, al mismo tiempo ser fieles a Dios y al culto a
la riqueza. Esta última deshumaniza y encierra en el egoísmo. Al mismo tiempo,
Cristo invita a la confianza en Dios no para desentendernos de lo material: comida,
vestido, habitación. Jesús no nos pide dejar de trabajar por estas cosas. Nos invita
a no angustiarnos porque Él abre siempre un camino con nuestra colaboración.
Jesús no invita a la pereza ni a la pasividad ni a no prever el futuro. Con el ejemplo
de los pájaros y de los lirios nos da la seguridad de que Dios acompaña nuestros
esfuerzos por el pan de cada día y nos abre a la confianza para centrarnos en los
valores del amor, de la solidaridad, de la fraternidad, del compartir.
3. ¿Qué podemos hacer frente al ídolo del dinero que tiene cada vez más
adoradores? Ante todo no dejarnos arrastrar por esa corriente que los medios de
comunicación propagan en el mundo. En nuestro pequeño círculo practicar la
justicia, el compartir. Unirnos a los esfuerzos por una globalización de la solidaridad
que trabaja por la justicia y por el respeto de los derechos humanos; que busca
construir un nuevo modelo económico y social que no sólo salve empresas y bancos
sino que vaya a la raíz de los problemas para construir una sociedad basada en la
satisfacción de las necesidades sociales, en el respeto a la naturaleza y con la
participación popular que tenga en cuenta el carácter humano de las personas que
conforman nuestro mundo. No se trata de una solidaridad paternalista y
asistencialista. Es una solidaridad que da y recibe. Una caridad asistencialista sin
compromiso con la justicia es incompleta y deja las como están en las estructuras
sociales injustas y deshumanas.
Camilo Maccise