III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.
Padre Camilo Maccise, OCD
1. La mayor parte de las noticias que recibimos cada día a través de los medios de
comunicación son malas noticias: guerras, hambre, epidemias, asesinatos,
calamidades naturales, toda clase de injusticias. Por eso se extienden en el mundo
el desaliento, el escepticismo, la desesperanza que fácilmente llevan al
individualismo ante la convicción de que nada puede cambiar. Si de la perspectiva
social las cosas se ven así, también desde la perspectiva eclesial ocurre algo
parecido: nos encontramos con una Iglesia afectada por escándalos de su
ministros, por divisiones internas y que vuelve a insistir en ritos y cosas
secundarias, en moralismos que hacen que la evangelización, en lugar de ser buena
noticia sea con frecuencia una mala noticia que comunica la idea de un Dios que no
es el Dios de nuestro Señor Jesucristo.
2. El evangelio de hoy y las otras lecturas bíblicas nos hablan, en cambio, de una
luz que brilla en las tinieblas de un mundo sin sentido. Nos presentan a Jesús
proclamando el Reino, es decir, una Buena Noticia. El pueblo que yacía en tinieblas
vio una gran luz. Con Cristo se cumplen las promesas de liberación de todo lo que
oprime, divide y separa. Con Él se inicia la posibilidad de ir construyendo un mundo
más fraterno, más justo y más humano. Para ello, Cristo invita como primer paso a
cambiar de mentalidad para poder cambiar de vida. Por eso llama a su seguimiento.
Los cristianos olvidamos que lo que nos debe caracterizar no es el cumplimiento de
normas y ritos, sino el seguimiento de Jesús, que compromete la vida y nos hace
renovar en nuestra existencia cotidiana la experiencia que tuvo Jesús: Dios como
Padre, los demás como hermanos y hermanas, el mundo como lugar de encuentro
con Dios y los hermanos compartiendo los bienes que Él puso para todos. Tener
esta experiencia y transmitirla se hace en nosotros Buena Noticia.
3. Todos los cristianos estamos llamados a evangelizar, es decir, a transmitir la
Buena Noticia de que Dios es un Padre que nos ama y que nos pide amarnos y vivir
en la fraternidad el mandamiento del amor: "sabemos que hemos sido trasladados
de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos" (1 Jn 3,14). Una de las
cosas que más anhela el mundo de hoy y la Buena Noticia que espera es la de paz,
la justicia, la fraternidad. No se contenta con bellas palabras; no quiere maestros
sino testigos de esa Buena Noticia. La intimidad con Jesús, fruto de su seguimiento,
nos llevará a vivir en la familia, en el trabajo, en la sociedad esa actitud de acogida
fraterna que proclama que Dios es Padre de todos; que Dios es amor y que quien
permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Donde no hay amor poner
amor es ya proclamar la Buena Noticia, luz en las tinieblas de nuestro mundo
sumido en un caos sin sentido.
Camilo Maccise