Solemnidad. Epifanía del Señor
Padre Camilo Maccise, OCD
1. El mundo en que vivimos está caracterizado por la información rápida e
inmediata. Ahora, en tiempo real, conocemos lo que pasa en el mundo. En un
mundo globalizado, quien domina la información domina todo. A través de la
información no solamente conocemos la realidad sino que nos damos a conocer. La
propaganda es necesaria para dar a conocer los productos o servicios que quieres
vender. Quien no invierte en publicidad corre el riesgo de ser ignorado incluso como
persona, fábrica, institución. Miles de millones de euros se invierten para
anunciarse, darse a conocer, establecer relaciones. En esta cultura de la
información entendemos más fácilmente el significado de la fiesta de la Epifanía:
fiesta de la proclamación a todos los pueblos de la encarnación del Hijo de Dios y
de la buena noticia que nos trajo. Si Cristo no se hubiera manifestado no lo
habríamos conocido ni conocido su mensaje.
2. Las lecturas de hoy nos hablan de la universalidad de la proclamación del
nacimiento de Cristo. Al mismo tiempo, el evangelio nos presenta lo que implica
lograr la información de la buena noticia. Los magos buscan, preguntan, perseveran
hasta encontrar a Cristo con María su madre. Además ellos representan a la
humanidad entera, a todos los pueblos a quienes se transmite esa gran noticia del
nacimiento del Redentor. Ellos se encargarán, más adelante, de irla transmitiendo
como la invitación de Dios a superar divisiones de raza, lengua, nación; a vivir la
solidaridad de la gran familia humana, unida en el amor del mismo Dios y Padre de
todos.
3. Nosotros hemos conocido la buena noticia. Sabemos lo que significa para nuestra
vida. Cristo nos envía a proclamarla no con la lógica de una propaganda que cuesta
cantidades millonarias, sino con la lógica del evangelio que es transmitir una
experiencia personal, que no cuesta dinero ni se apoya en el dinero y en las
estructuras humanas de un bombardeo publicitario continuo como muchas sectas
acostumbran hacerlo día y noche. Cuando se ha experimentado el evangelio como
lo que es, como buena noticia, es el testimonio de vida la mejor y más eficaz
propaganda. Como decía un teólogo: el cristiano en el mundo de hoy o será un
místico o no será cristiano. Ser místico es haber experimentado a Dios, su
presencia y cercanía. La fiesta de la Epifanía, la manifestación del Señor nos
recuerda la mayor y más grande noticia en la historia de la humanidad: Dios ha
entrado en nuestra historia; nos habla también de la universalidad del mensaje
salvador: es para todos sin distinción y, finalmente nos recuerda la responsabilidad
que tenemos de transmitir esa información ante todo con el testimonio de nuestra
vida, propaganda viviente.
Camilo Maccise