III Domingo de Adviento, Ciclo A
Camilo Maccise, OCD
1. Una de las aspiraciones de la humanidad es la de la liberación. Personas, grupos,
pueblos y culturas no quieren ser objetos en mano de aquellos que detentan el
poder. Desean ser protagonistas en una situación de igualdad, responsabilidad,
participación y comunión. Y esto se vive cuando surgen nuevas formas de opresión,
marginación y explotación de los más débiles. La liberación sigue siendo la gran
aspiración de los individuos y de los pueblos. No se trata sólo de una liberación
política y social. Se anhela una liberación integral que abarque todas las
dimensiones de la vida humana. En este contexto, fácilmente surgen mesianismos
humanos que conducen después a desilusiones.
2. Las lecturas de hoy nos presentan los verdaderos horizontes liberadores y nos
invitan a la esperanza. Sobre todo el evangelio nos presenta a Cristo liberador que
viene. Él libera de todas las esclavitudes del pecado personal y social. Jesús se
presenta con un mensaje al pueblo: con él comienza esa liberación integral. Jesús
se pone de parte de los excluidos del sistema y combate todas las divisiones
creadas por los seres humanos. Ayuda a superar los males que deterioran la vida:
enfermedad, ignorancia, leyes que oprimen a las personas. Desenmascara la
falsedad de los que en el campo político, económico y religioso oprimen a la gente.
Jesús se presenta como quien viene a realizar las esperanzas del pueblo suscitadas
y alimentadas, a lo largo de los siglos, por los profetas. Él se presenta como el
Mesías-Siervo anunciado por Isaías (Is 42, 1-9; 61, 1-2).
3. Hoy Jesús continúa su obra liberadora a través de los que decimos ser sus
seguidores. Toca a nosotros continuar la obra liberadora de Cristo para manifestar
que él no se olvida de su pueblo. Estamos llamados a hacerlo presente por medio
de una evangelización, un anuncio de la buena nueva, unido a la promoción
humana, al desarrollo, a la justicia, a la paz. Estamos llamados a poner signos de
solidaridad y servicio con los pobres, sufrientes y abandonados. Nuestra vocación
es ser testigos de la vida y de la resurrección de Jesús y una señal de su presencia
liberadora allí donde vivimos con pequeños gestos de un amor con dimensión
social.
Camilo Maccise