“A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos"
San Mateo 13, 10- 17 :
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
“NOCHES OSCURAS”
En las lecturas de hoy hay algo misterioso, escondido, algo que no es al menos evidente. Se
trata de la esencia de Dios y de la manifestación de su voluntad. La esencia de Dios y su
voluntad pertenecen al mundo divino, sobrenatural; nosotros, con las solas fuerzas de la razón
no podemos comprender en absoluto ni hacernos una idea de la realidad divina. Tenemos
necesidad de la revelación para que ilumine el campo que hay más allá de la razón, donde sólo
Dios puede reve larse. Entonces viene en nuestra ayuda la fe, la capacidad otorgada al hombre
por el mismo Dios, para poder acoger con humildad y agradecimiento lo que Dios quiera
revelarnos de sí mismo y de su voluntad. Ahora bien, incluso con la fe, el hombre encontrará
siempre límites, interrogantes que se formarán en su mente y en su conciencia.
Una de las características de la fe es precisamente su oscuridad, es decir, el no ver del todo
claro, precisamente por la pequeñez de nuestra mente y de nuestra respuesta. Esto trae a
veces consigo crisis espirituales, “noches oscuras” (como las llaman los místicos), un camino
de prueba y de purificación destinado a hacer al alma más abierta, más resplandeciente, más
semejante al Creador.
Esta realidad está muy bien expresada en los salmos. Aquel «Dónde está tu Dios?» en boca de
los enemigos es como una flecha en el corazón del creyente, es una pregunta cruel que, en
ocasiones, el mismo creyente se formula en medio de las situaciones de sufrimiento, de
oscuridad y de contraste. El retorno a Dios, la oración, la confianza ilimitada en él, volverán a
darle al corazón extraviado o confuso su fuerza, su decisión de permanecer fiel. Del mismo
modo que el pueblo se preparó para la teofanía del Sinaí, así debe prepararse el corazón del
fiel para la venida de Dios, sabiendo que, en el curso del camino, aparecerán también las
dificultades, las pruebas, el cansancio. Pero Dios no tardará, y traerá su luz y su descanso y,
después, su eterna recompensa.
ORACION
«Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal te meré: porque tú estás conmigo» (Sal
22,4). Este es el gri to del verdadero creyente, la auténtica confesión de fe. Al llamarnos a tu
Reino de verdad y de luz, Señor, nos arrancas de este mundo sembrado de mal, envuelto en
tinieblas y acompañado por una gran cantidad de sufrimiento... Sin embargo, nos das una luz
para poder caminar en la noche, para poder alejar a los enemigos, para poder llegar a la meta.
Danos de manera abundante esta luz, esta certeza tranquilizadora, esta firme convicción de tu
presencia, de tu ayuda, de la transformación que tú mismo harás de nosotros y de nuestras
circunstancias, cambiando lo que es oprobio en santificación, lo que es odioso en amable, lo
que es muerte en vida nueva, lo que es pecado en gracia.
Alienta nuestros pasos por el camino de la paz, de la benevolencia, de la justicia, de la
generosidad con los que sufren, y reafirma nuestra fe para poder serte siempre gratos en
nuestra vida. Que tu Palabra, acogida y asimilada, convertida en fe y confesión, y transformada
en oración, sea la fuerza y la dulzura de nuestra vida, el escudo en nuestras luchas, el
consuelo en nuestras aflicciones. Contigo no nos faltará nada...