“El significado de la parábola del sembrador”
San Mateo 13, 18- 23
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
El libro del Éxodo nos habla hoy de los diez mandamientos. Para nuestro tiempo, tal vez
sea esta página bíblica la más necesaria, puesto que nos muestra lo que debemos hacer y
las prioridades con las que debemos proceder, es decir, dar el debido peso y la debida
importancia a los tres primeros mandamientos, que son los que están más expuestos a la
crítica y a los ataques del mundo y los más fáciles de abandonar, descuidándolos e incluso
olvidándolos, para acentuar cualquier otro de los preceptos divinos.
El retomo a Dios, a la verdadera fe, a la oración, a la relación con Dios, es hoy mucho más
necesario que en otros tiempos. El mundo paganizado se olvida de Dios y de su servicio:
nosotros debemos revivir estas grandes verdades de nuestra fe, recordadas hoy por los
mandamientos de Dios. Escuchemos algunos de los pensamientos del papa Juan Pablo II
expresados en su alocución pronunciada en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí el
26 de febrero de 2000: “Los diez mandamientos no son una imposición arbitraria de un
Señor tiránico. Fueron escritos en la piedra, pero antes fueron escritos en el corazón del
hombre como ley moral universal, válida en todo tiempo y en todo lugar. Hoy como
siempre, las diez palabras de la Ley proporcionan la única base auténtica para la vida de
los individuos, de las sociedades y de las naciones. Hoy como siempre, ellas son el único
futuro de la familia humana. Salvan al hombre de la fuerza destructora del egoísmo, del
odio y de la mentira. Ponen de manifiesto todas las falsas divinidades que le reducen a
esclavitud: el amor a sí mismo hasta la exclusión de Dios, la avidez de poder y de placer
que subvierte el orden de la justicia y degrada nuestra dignidad humana y la de nuestro
prójimo [..]. Observar los mandamientos significa ser fieles a Dios, pero significa también
ser fieles a nosotros mismos, a nuestra auténtica naturaleza y a nuestras aspiraciones más
profundas. El viento que todavía sopla del Sinaí nos recuerda que Dios desea ser honrado
en sus criaturas y en su crecimiento: Gloria Dei vivens horno...”.
ORACION
Oh Señor y Padre nuestro, que nos revelaste tu nombre en el Sinaí y nos diste tu Ley
como lámpara para nuestros pasos, escucha la oración que te dirigimos y haz que
nosotros, como Moisés y el pueblo de Israel, reunidos ante ti, podamos acoger tu Palabra
eterna, que se centra hoy en los diez mandamientos, ley de vida, de libertad y de respeto a
todos los hombres.
Haz que en la observancia de estos mandamientos podamos dar a los tres mandamientos
que nos hablan directamente de ti la importancia y el obsequio espiritual que se merecen,
porque la atmósfera en que vive nuestro mundo incrédulo los ignora e intenta aniquilarlos.
Concédenos un gran sentido de ti, como Dios omnipotente y Padre misericordioso; una
voluntad espontánea de adorarte, de servirte, de mantenernos fieles a tu ley y a tus
designios de salvación. Concédenos también, oh Señor, la gracia de convertirnos en tierra
buena, sin piedras y sin cardos, que pueda acoger la Palabra divina de tu Hijo, Jesús,
nuevo Moisés, que ha instituido una alianza nueva y nos ha dado una ley nueva, esa que
se encierra en un solo mandamiento: amarnos los unos a los otros y amarte a ti.
Tú, oh Padre, nos has dicho, hablando de tu Hijo, Jesús: «Escuchadle!». Sí, que podamos
escucharle con fe viva, con un amor creciente, con una esperanza segura: porque él es el
Camino, la Verdad y la Vida.