XVII Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A (Año Impar)
Introduccion a la semana
El pueblo del Éxodo muchas veces no fue fiel a la alianza. Uno de sus más
graves pecados fue la idolatría, expresada aquí por la adoración al becerro de
oro, obra de sus manos (y preludio de tantos otros ídolos de todos los tiempos).
Pero en este trance experimentará, una vez más, la intercesión eficaz de aquel
Moisés siempre preocupado por su pueblo, que habla con Dios en su favor como
un amigo.
Es un diálogo solemne y bienhechor, que se entabla y se prolonga en un
pequeño espacio itinerante llamado “tienda del encuentro”. Dios acude allí para
acompañar al pueblo peregrino y comunicarle sus propósitos a través de un
mediador capaz de transmitirlos, mostrando en el rostro radiante de Moisés la
huella inconfundible de su paso. Más adelante, el pueblo plasmará su
compromiso con el Dios de la alianza en instituciones religiosas y sociales de
diverso contenido: el santuario y el arca, como referencias para el culto; las
numerosas festividades anuales, que son el reconocimiento colectivo del Dios de
la tierra y de la historia; los años sabáticos o jubilares, expresión consecuente –
y poco practicada- de solidaridad con los más pobres.
Mateo agrupa aquí diversas parábolas de Jesús, lenguaje característico de su
predicación al pueblo sencillo. Hablan de los contrastes del reino: semilla o
levadura insignificante en sus comienzos, que revelará después su enorme poder
de transformación; alegría desbordante al descubrirlo, que motiva la renuncia a
todo lo demás; puerta abierta a todas las gentes, aunque al final se juzgará su
conducta. Pero la enseñanza de Jesús en la sinagoga será objeto de sospecha, y
el asesinato de Juan, un aviso.
El santoral nos recuerda a Santiago, pariente del Señor y primer apóstol mártir,
cuyo sepulcro en España ha atraído ininterrumpidamente a peregrinos del
mundo entero en busca de un sentido para sus vidas. Joaquín y Ana, padres de
la Virgen María, evocan el importante papel de los abuelos en los primeros años
de nuestro recorrido humano. Y santa Marta (unida a sus hermanos María y
Lázaro) nos permite asomarnos a la hondura de su amistad con Jesús, prototipo
de fidelidad, de servicio y de intimidad entrañable.
Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)
Con permiso de dominicos.org