EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario
Libro del Exodo 33,7-11.34,5b-9.28.
Moisés tomó la Carpa. la instaló fuera del campamento, a una cierta distancia, y la
llamó Carpa del Encuentro. Así, todo el que tenía que consultar al Señor debía
dirigirse a la Carpa del Encuentro, que estaba fuera del campamento.
Siempre que Moisés se dirigía hacia la Carpa, todo el pueblo se levantaba, se
apostaba a la entrada de su propia carpa y seguía con la mirada a Moisés hasta que
él entraba en ella.
Cuando Moisés entraba, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la
Carpa del Encuentro, mientras el Señor conversaba con Moisés.
Al ver la columna de nube, todo el pueblo se levantaba, y luego cada uno se
postraba a la entrada de su propia carpa.
El Señor conversaba con Moisés cara a cara, como lo hace un hombre con su
amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero Josué - hijo de Nun, su
joven ayudante - no se apartaba del interior de la Carpa.
El Señor descendió en la nube, y permaneció allí, junto a él. Moisés invocó el
nombre del Señor.
El Señor pasó delante de él y exclamó: "El Señor es un Dios compasivo y
bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad.
El mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y
el pecado; sin embargo, no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los
padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y cuarta generación."
Moisés cayó de rodillas y se postró,
diciendo: "Si realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, ir en medio de
nosotros. Es verdad que este es un pueblo obstinado, pero perdona nuestra culpa y
nuestro pecado, y conviértenos en tu herencia".
Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni
beber. Y escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez
Mandamientos.
Evangelio según San Mateo 13,36-43.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se
acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña
son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los
cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera
sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los
escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que
tenga oídos, que oiga!
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Carta a Diogneto (hacia 200) C. 8
La paciencia de Dios
El Señor y Creador del universo, Dios, que ha hecho todas las cosas y las ha
dispuesto con orden, se ha mostrado no solamente lleno de amor a los hombres,
sino también paciente. Él ha sido siempre, es y seguirá siendo el mismo: caritativo,
bueno, dulce, veraz; él solo es bueno. Sin embargo, cuando concibió su grande e
inefable plan, sólo se lo comunicó a su Hijo único. Mientras que mantenía en el
misterio el plan de su sabiduría y lo reservaba, parecía descuidarnos y no
preocuparse de nosotros. Pero cuando lo reveló por medio de su Hijo amado y
manifestó lo que había preparado desde el principio, nos lo ofreció todo a la vez: la
participación en sus beneficios, la visión y la inteligencia. ¿Quién de nosotros
hubiera podido esperarlo?
Dios, pues, lo había todo dispuesto aparte con su Hijo: pero, hasta estos últimos
tiempos, nos ha permitido dejarnos llevar por nuestras inclinaciones desordenadas,
arrastrados por los placeres y las pasiones. No es que él se complaciera lo más
mínimo en nuestros pecados: únicamente toleraba ese tiempo de iniquidad sin
darle su consentimiento. Preparaba el tiempo actual de la justicia para que,
convencidos de haber sido indignos de la vida durante este período por razón de
nuestros pecados, nos hiciéramos dignos ahora por la bondad divina, y que después
de habernos mostrado incapaces de entrar por nosotros mismos en le Reino de
Dios, por su poder nos hacíamos capaces ... Dios no nos ha odiado, ni rechazado,
no ha guardado rencor, sino que durante mucho tiempo ha tenido paciencia con
nosotros.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”