XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Camilo Maccise, OCD
1. En todos estos domingos últimos la palabra de Dios nos ha presentado el Reino
desde diversas perspectivas. El Reino como semilla, como campo donde conviven la
cizaña y el trigo, y ahora como tesoro y perla preciosa. Durante mucho tiempo se
tuvo en la Iglesia la idea de que el reino de Dios era algo que llegaría al final de la
historia; que tenía sólo una dimensión de futuro. La expresión reino de los cielos
dio pie para entenderlo de esa manera. Ahora, en cambio, con las nuevas
perspectivas teológica, se habla de un reino que comienza en este mundo. Ya en
esta tierra estamos llamados a vivir en comunión con Cristo y con los demás.
Comunión que se hará plena y eternamente feliz en el cielo. El reino es vivir como
hijos e hijas de Dios responsables, como hermanos y hermanas de los demás y ver
el mundo como lugar de encuentro con Dios y los hermanos para compartir los
bienes de este mundo.
2. Todos buscamos la felicidad ya desde esta vida y Jesús en el evangelio de hoy
nos dice que ella consiste en vivir esos valores del Reino: confianza en Dios,
fraternidad, justicia. Allí está el tesoro escondido o la perla preciosa. Para vivir esos
valores del Reino necesitamos sacrificar otras cosas; superar el egoísmo; abrirnos a
las necesidades del prójimo; poner nuestra confianza en Dios y no en los medios
humanos y en nuestras obras. Sacrificamos eso porque estamos seguros de que los
valores del Reino son mayores y nos proporcionan la paz que es un anticipo de la
paz verdadera y eterna. Al mismo tiempo que cada uno de nosotros busca sacrificar
todo para entrar dentro de las exigencias del Reino, también debe testimoniar su
importancia y proclamar que en él se encuentra el secreto de la felicidad porque
acaba con el egoísmo, el odio, las divisiones.
3. Para optar por el reino de Dios se requiere la conversión, descubrir el famoso
tesoro del evangelio por el cual está uno dispuesto a dejar aquello que
aparentemente nos satisface pero que nos deja un vacío. El tesoro del evangelio
despierta en nosotros un amor capaz de renunciar a muchas cosas para colaborar
en la creación de un mundo más justo y más humano. Con frecuencia, buscamos
más bien que la religión nos dé seguridad y nos ayude a defender la situación
actual y a oponernos a cualquier cambio. No hemos comprendido verdaderamente
lo que es y lo que significa el Reino y cómo, ya desde este mundo, podemos
colaborar para que se vaya abriendo paso en la historia mientras llega el momento
de entrar en su dimensión definitiva y plena.
Camilo Maccise Camilo Maccise