¡SE LO MERECE!
Por Javier Leoz
No sé qué tienen, hermanos y amigos, las fiestas de María. Pero, cada vez
que celebro una de ellas, espontáneamente surge en mi interior la
siguiente exclamación: ¡Todo se lo merece! ¡Te lo mereces María!¡Nadie,
como Ella, se lo merece!
*No eres Pedro; pero tuviste las llaves del corazón de Cristo
*No fuiste Pablo; pero a lo largo y ancho del mundo, sigues hablando a los
hombres que buscan y quieren conocer a Cristo
*No llegaste como Santiago hasta los confines de la tierra; pero –a mitad
de su camino- le ayudaste y le alentaste para que siguiera adelante en el
anuncio del Reino de tu Hijo.
1.- ¡Qué tienes María para que, Dios, te reservase para El desde el día de Nazaret
y, para que al final de tu vida, Dios, te llevase en cuerpo y alma a los cielos! ¡Qué
tienes, María!
Hoy, en la fiesta de la Asunción de la Virgen, miles de pueblos y de ciudades de
todo el mundo estallan en un cántico de alabanza a María: ¡Nadie, como Ella, supo
cumplir la voluntad de Dios!
Y, por eso mismo, columnas con su efigie en las plazas más famosas del mundo.
Ermitas escondidas o catedrales que rompen con sus agujas el azul del cielo, nos
hablan del esplendor y de la sencillez, de la verdad y del amor, de la alegría y de la
valentía de una mujer que, con pocas palabras, pero con una gran vida, supo
hechizar, enamorar y embobar al mismo Dios.
-¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es un triunfo bien merecido!
-¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es el premio a tanta locura de amor!
-¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es anuncio, preludio de lo que, si nosotros
cumplimos, a nosotros nos espera!
-¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es el abrazo con el Dios Trinitario!
-¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es la placa, la honra, el homenaje que –santos
y ángeles, hombres y mujeres de toda condición, consagrados y laicos- con Dios y
la Iglesia a la cabeza, ofrecen y festejan.
2.- Y es que, la que dio tanto amor –desde Nazaret, pasando por Belén, escapando
a Egipto o permaneciendo al pie de la cruz- no puede perderse en un sepulcro frío o
dejarse como buena siembra en el surco de la tierra. La Solemnidad de la Asunción
de la Virgen es el tributo y el Misterio que, la Iglesia entera, pueblos hermanados
en la misma fe católica, millones de católicos extendidos a lo ancho y largo del
mundo, creen y veneran. ¡No hay nadie como Ella! ¡Tiene que estar junto a Dios!
¡Te lo mereces, María!
3.- Gracias, Virgen María. ¿Quién eres Tú para que, en este día, seas encumbrada
en las manos de los ángeles y presentada ante el mismo Dios? ¡No me respondas!
¡Sé muy bien quién eres, porque te vas y cómo te vas! ¡La esclava del mismo Dios!
¡El cielo te espera y…en el cielo nos aguardas!
¡Feliz ascenso al cielo, María del Señor!
4.- Ruega, por tantos miles de jóvenes que, en estos días en Madrid junto al Papa
Benedicto XVI elevan sus manos buscando a Dios. Que no pierdan nunca, esa
curiosidad, por ascender a esas cotas de santidad en las que Tú, María, te
encuentras y nos precedes.
5.- ¡QUIÉN SINO TÚ, VIRGEN MARIA!
Asciendes, y eso no te lo quita nadie,
porque el cielo te espera
por tantas cosas que hiciste por Dios en la tierra
¿Qué se siente, María?
¡Dinos! ¡Qué se siente!
Cuando, Dios, con ángeles e himnos celestes
te llama para mirarle frente a frente
para decirte: ¡Qué hermosa eres, María!
¡QUIEN SINO TÚ, MARIA!
Fuiste apoyo en nuestra fe
Fuiste SI, silencioso pero limpio en Nazaret
Fuiste amor dando al AMOR en Belén
Fuiste entrega y servicio,
delicadeza y constancia,
oración y entrega
¡QUIÉN SINO TÚ, MARIA, FUISTE TODO ESTO!
Y, Dios, que no permite
que ninguno de los suyos se pierda
menos, todavía, permitirá que tu cuerpo, María,
roce como lo hace la tierra con el grano de trigo.
Tus pies pisarán la Morada Santa
Tus labios seguirán cantando y proclamando
un cántico de alabanza a Dios
Tu corazón, una y otra vez,
como lo hiciste tantas veces entre nosotros
seguirá estando enamorado
de Aquel que, en Ti, se encarnó.
¡QUIÉN SINO TÚ, MARIA!
Tú, al subir al cielo,
dejas huellas para que nosotros, tus hijos,
no nos perdamos en los pequeños infiernos.
Tú, al ascender victoriosa,
nos indicas los peldaños para que, los que creemos,
vayamos un día, tarde o temprano,
a tu encuentro.
¡Gracias, María!
¡Gracias, Dios, por llevarte a María!
¡Feliz encuentro, Virgen María, con el Padre!
Amén