Dios es justicia y crea justicia.
28/07/2011
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece también
a la red que los pescadores echan en el mar y recogen toda clase de peces. Cuando
se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los
pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al
final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los
arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
“¿Han entendido todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí”. Entonces Él les dijo: “Por
eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al
padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.
Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí. Palabra del
Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, hoy me preguntas si he entendido tu Palabra. No me atrevo a
contestar que «sí» porque necesito de tu sabiduría para hacer que crezca en mí el
deseo y la voluntad de cumplir siempre tu voluntad y, así, poder aspirar a gozar el
cielo por toda la eternidad.
Petición
Ven Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento y fortalece mi voluntad.
Meditación
«La protesta contra Dios en nombre de la justicia no vale. Un mundo sin Dios es un
mundo sin esperanza (cf. Ef 2,12). Sólo Dios puede crear justicia. Y la fe nos da
esta certeza: Él lo hace. La imagen del Juicio final no es en primer lugar una
imagen terrorífica, sino una imagen de esperanza; quizás la imagen decisiva para
nosotros de la esperanza. ¿Pero no es quizás también una imagen que da pavor? Yo
diría: es una imagen que exige la responsabilidad. Una imagen, por lo tanto, de ese
pavor al que se refiere san Hilario cuando dice que todo nuestro miedo está
relacionado con el amor. Dios es justicia y crea justicia. Éste es nuestro consuelo y
nuestra esperanza. Pero en su justicia está también la gracia. Esto lo descubrimos
dirigiendo la mirada hacia el Cristo crucificado y resucitado. Ambas –justicia y
gracia– han de ser vistas en su justa relación interior. La gracia no excluye la
justicia. No convierte la injusticia en derecho. No es un cepillo que borra todo, de
modo que cuanto se ha hecho en la tierra acabe por tener siempre igual valor»
(Benedicto Xe dVI, Encíclica Spe Salvi , n. 44).
Reflexión apostólica
«Estén siempre atentos para no cometer voluntariamente ninguna injusticia ni usar
medios ilícitos en el desempeño de sus funciones. En la aplicación de las leyes
civiles injustas, traten de buscar la solución más conforme al orden ético y actúen
iluminando con los principios cristianos las decisiones que deban tomar» (Manual
del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 305).
Propósito
Reparar generosamente alguna injusticia que haya cometido recientemente.
Diálogo con Cristo
Construir un mundo donde la justicia reine es un alto ideal que se puede lograr si
cada uno, si yo, empiezo a vivir siempre la caridad. Ayúdame a vencer mi egoísmo,
mi ansia de tener y del placer para que siempre actúe, no sólo con justicia, sino con
caridad.
«Los bienes materiales, aun los alcanzados como fruto del trabajo personal, son un
don de Dios, y se han de recibir con espíritu agradecido, usando de ellos con
moderación, responsabilidad y conciencia de las exigencias de la justicia y de la
caridad cristianas»
( Cristo al centro, n. 1680).