EN CAMINO
20 domingo del tiempo ordinario “A”.
Por, Neptalí Díaz Villán CSsR.
- 1ra lect.: Is 56, 1.6-7
- Sal 66, 2-3.5-6.8
- 2da lect.: Rm 11,13-15.29-32
- Evangelio: Mt 15,21-28
Apertura
Isaías: La multiplicidad ideológica que tiene la literatura bíblica es un
testimonio de tolerancia. Es interesante ver cómo dentro de un mismo libro, que
para nosotros como creyentes es Palabra de Dios, se encuentran distintas
concepciones sobre la vida, la sabiduría, el placer, el dolor, el estado, e incluso sobre
el mismo Dios. Tenemos muchos testimonios al respecto: Las tres manos literarias
que escribieron el Pentateuco 1 (Sacerdotal, Yavista y Deuteronomista ), manejan
cada una su experiencia de Dios, su concepción de la historia, sus tradiciones, sus
ritos, etc. Aunque son distintas, las tres s e encuentran en un mismo libro y se
complementan. Encontramos libros como La Sabiduría, El Eclesiástico y Los
Proverbios, que exaltan y promueven la sabiduría, el trabajo, la familia, la fe, las
tradiciones, etc., e invitan a confiar en Dios que retribuye con bendiciones al que le
es fiel. Pero encontramos otros libros como El Eclesiastés y gran parte de Job, que
todo lo cuestionan y ponen en entredicho lo que tanto resaltan los otros libros
sapienciales.
Al volver del exilio en Babilonia después de 49 años, todos en Israel querían
reconstruir el país . Pero no todos buscaban la reconstrucción de misma manera.
Unos cuantos entre los cuales estaban Esdras y Nehemías (libro canónico del A.T.),
lo hacían centrados en las instituciones, (templo, palacio-monarca, ejército), en la
rigidez de la ley y en la pureza de la raza . Otros, de línea profética como Zacarías y
los discípulos de Isaías (lo que llamamos el Tercer Isaías, 1ra lect.), le apostaron a
una reconstrucción basada en valores pluralistas, universales y ecuménicos, donde lo
fundamental no fueran los ritos o las construcciones majestuosas , sino guardar el
derecho y practicar la justicia . Estas dos ideologías se dieron en su momento y
fueron consignadas por las Sagradas Escrituras.
Históricamente se impuso el nacionalismo extremo de Esdras y Nehemías: se
construyó el templo, se expulsó de la comunidad judía a los samaritanos por
considerarlos herejes, y se tomaron otras medidas excluyentes que algunos líderes y
gran parte del pueblo aprobaron en su momento. 2
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquella época tanto en el plano
mundial como en el interior de nuestra Iglesia, en la cual ha dominado la corriente
centralista. Aunque hoy soplan vientos oscurantistas en muchas partes del mundo, la
profecía de Isaías sigue viva como propuesta para construir un mundo y una Iglesia
1 A los cinco primeros libros de la Biblia se le llama Pentateuco.
2 Cabe recordar que desde ese momento vino el confl icto entre samaritanos y judíos que en tiempo de
Jesús era muy notorio.
abierta, comprometida con el derecho y la justicia. Una Iglesia en la cual los
“extranjeros” 3 tengan cabida porque Dios acepta sobre el altar sus holocaustos y
sacrificios, pues la casa del Señor es casa de oración para todos los pueblos.
Jesús: El texto evangélico que leemos hoy es muy polémico. Los
especialistas no se ponen de acuerdo sobre su historicidad. Algunos afirman que
este relato es una creación de los evangelistas para explicar la necesidad de apertura
en que se veían las comunidades primitivas. Otros, por el contrario, dicen este texto
surgió a partir de un acontecimiento vivido por el mismo Jesús histórico de carne y
hueso.
Cabría preguntarnos ¿por qué este relato sólo está en los evangelios de
Marcos y Mateo y no en Lucas si es de la misma tradición sinóptica? Es poco
probable que Lucas no lo haya conocido. Tal vez lo haya omitido para no
escandalizar mostrando a un Jesús en actitud ofensiva hacia una persona, sabiendo
que el Tercer Evangelista (Lucas) hace un énfasis especial en los sentimientos de
misericordia practicados el Maestro de Nazaret. Sea histórico o no, ahí está y nos
trae un mensaje que vale la pena conocer y asimilar como discípulos.
Vayamos al grano. A Jesús, gústenos o no, tenemos que ubicarlo dentro de la
cultura judía, él fue un hombre judío. El presente relato nos lo presenta fuera de su
tierra: en Tiro y Sidón, a la frontera con el norte de Palestina, lo que hoy es el
Líbano. Una mujer extranjera, rompiendo la cortesía, la delicadeza y el respeto con
los que una mujer debía acercarse a los varones, especialmente a los varones que no
eran de su familia, se dirigió a Jesús para exponerle la situación de su hija en la
espera de alguna acción favorable.
Pero Jesús reaccionó como lo hubiera hecho cualquier judío: al principio no
respondió, y ante la sugerencia de los discípulos, descartó darle ayuda porque su
misión era con los pobres de su pueblo y esta mujer era una extranjera. Pero la
mujer insistió, porque una madre hace lo que sea para favorecer a sus hijos: “Seor,
ayúdame”.
Y aquí viene lo más escandaloso: “No está bien echar a los perros (perrillos) el pan
de los hijos”. Algunos para suavizar la ofensa hacen la diferencia entre perritos (los de
la casa) y perros (los de la calle). Jesús hubiera dicho perrillos y no perros. Y es
cierto que la palabra griega kunarion, utilizada en el texto, literalmente traduce
perrillos, pero, como dicen John Meier, Burkill y otros biblistas, no podemos ver
este término como gota de suavizante o pincelada de humor, ya que las fórmulas
diminutivas son típicas del griego popular (koiné), lengua utilizada para escribir el
Nuevo Testamento, y no significan disminución en la fuerza de las palabras. Así
que desatender a alguien porque sea perro o perrillo, no deja de ser un desplante
ofensivo.
Aquí en primera medida no se resalta la actitud del judío Jesús que actuó con
la prepotencia y el orgullo propio de muchos de sus paisanos, sino la fe
inquebrantable de esta sencilla mujer extrajera, pobre y necesitada, capaz de insistir,
de saltarse todas las normas de urbanidad e inclusive, capaz de humillarse por amor
3 Los extranjeros eran los no judíos o paganos, que los judíos radicales llamaban perros. Hoy podríamos
decir, los no católicos, que siguen al Señor desde otras barcas, los que no comulgan con toda nuestra
doctrina, a quienes llamamos herejes. Los no cristianos, tal vez los que no profesan ninguna religión e
incluso los que se declaran ateos, pero su holocausto es la continua entrega de sus vidas a la causa de una
humanidad más justa y equitativa.
a su hija: “tienes razn, Seor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa
de los amos”.
Y aquí aflora una actitud muchas veces desconocida en Jesús, porque nos
hemos acostumbrado a ver más la parte divina a tal punto de esconder su
humanidad. Se trata de la conversión. La sabiduría de Jesús fue aprendida
procesualmente. Cuando nació no era poseedor de conocimientos claros y distintos.
Lucas en el los relatos de la infancia escribió que el niño fue creciendo en sabiduría y
en gracia delante de Dios y de los hombres (2,40.52). Él vivió inserto en una cultura
con sus aciertos y desaciertos. En este fragmento del Evangelio lo que tenemos que
aprender no es la forma como él insulto a una persona que no era de su raza, sino su
grandeza humana para aceptar el error y su capacidad de conversión, movido por
una mujer sencilla que lo sacudió con la fuerza de su fe inquebrantable y el amor por
su hija: “Mujer ¡qué grande es tu fe!: que se cumpla lo que deseas”.
De esta manera, la profecía universalista de Isaías que había quedado
rezagada durante más de 400 años, por “obra y gracia” de Esdras y Nehemías, fue
retomada por Jesús y su movimiento. Los triunfos en esta vida siempre serán
relativos. Muchas propuestas, caminos, ideas, experiencias o proyectos que ayer
fueron despreciados o perseguidos, en cualquier momento alguien los retoma y las
desarrolla. Como dijo Jorge Luís Borges: “La derrota tiene una dignidad, que la
escandalosa victoria no merece” . Pablo y Bernabé hicieron lo propio cuando salieron de
Palestina y se abrieron camino para anunciar la Buena Noticia del Reino más allá de
las fronteras judías (2da lect.).
Finalmente, perdonémosle a Jesús este “descache”, agradezcámosle a Mateo
por no ocultarnos este pasaje de su vida, y aprendamos del hermoso testimonio de
esta mujer y de la capacidad de cambio de Jesús. Pensemos si existen situaciones,
ideas, costumbres, paradigmas, etc., presentes en nuestro interior, en nuestra Iglesia,
en nuestras familias, culturas y pueblos, que los consideramos casi como intocables
y que tal veces necesiten ser reevaluados.
Pensemos qué necesitamos replantear a nivel personal para purificar nuestras
relaciones interpersonales de manera que sean más armónicas y satisfactorias.
Pensemos qué necesitamos cambiar a nivel comunitario y eclesial para que como
Iglesia seamos más fieles al Evangelio y a nuestro compromiso de trabajar por el
derecho a una vida digna, por la justicia y la salvación de las personas y de los
pueblos.
Pensemos en la forma como valoramos a quienes viven distingo a nosotros.
Desde la perspectiva de fe, religión, costumbres, opciones afectivas, ideológicas,
políticas, etc. Revisemos si dentro de nosotros también se ven actitudes fanáticas,
segregacionistas, racistas, homofóbicas, que desdicen de la misericordia propuesta
por Jesús. Necesitamos urgentemente mantener una mente abierta para aprender de
los acontecimientos de la historia, de la realidad que nos envuelve y nos apremia.
Necesitamos aprender de las lecciones que nos dan las personas desde sus posturas
ideológicas, su status social, sus vivencias, sus pensamientos, sus sentimientos, con
sus aciertos y desaciertos, con su fe con su esperanza, con esa inspiración de la
conciencia que los impulsa a defender y a dignificar la vida.
A veces pasamos de largo frente a grandes enseñanzas que nos da la gente
sencilla. Infravaloramos sus palabras, sus historias, su testimonio, su sabiduría.
Desconocemos que en medio del pueblo, de su día a día, de su lucha por sobrevivir,
en medio del caos en el que muchas veces están insertos porque les tocó, el Espíritu
aletea, como en el principio de la creación. Vale la pena que de vez en cuando nos
detengamos a ver los signos de Dios.
Los discípulos de Isaías comprendieron que nacionalismo era peligroso. Que
era necesario superarse como pueblo empezando desde el interior del pueblo.
Superando los clasismos, los segregacionimos y apostándolo a una reconstrucción
desde una apertura universalista, integradora y comunitaria, que sirviera de
inspiración para todos los pueblos, sin sentirse superior a ellos. Jesús se dejó
cuestionar por esta mujer humilde y aprendió la lección. Pablo pasó de ser un
fariseo perseguidor de la Iglesia a un ser apóstol de Jesús que extendió la Iglesia más
allá de las fronteras. Para hacer más universal la propuesta evangélica se enfrentó
incluso con quienes pretendían que para ser cristianos debían primero hacerse
judíos.
¿Cómo actuamos nosotros hoy en nuestra propia realidad teniendo en cuenta
lo que hoy reflexionamos?
“Respeten el derecho, practiquen la justicia, pues ya está para llegar mi salvacin, y va a
revelarse mi justicia… Yo conduciré hasta mi monte santo, para llenarlos de alegría en mi casa de
oracin, a los extranjeros que se adhieran a mí… Porque mi casa es casa de oracin, y así la
llamarán todos los pueblos”. (Is 56,1.6-7).
Oración
Oh Padre y Madre de misericordia, misterio infinito de verdad y de amor,
que te has revelado a todos los pueblos para comunicarnos vida en abundancia.
Gracias por todos los dones maravillosos que nos has prodigado a manos llenas por
tantos medios, religiones, mediadores, experiencias de fe, de entrega, de generosidad
y de amor. Nosotros te damos gracias especialmente por Jesús a quien reconocemos
como Hijo tuyo y el hermano mayor de nuestra familia. Te bendecimos por el
impulso nuevo que cada día él nos da para seguir construyéndonos como auténticos
seres humanos en completa filiación contigo y fraternidad con nuestro prójimo.
Danos la fuerza de tu Espíritu para que haga desaparecer entre nosotros todo
tipo de fanatismos, exclusivismos, racismos, segregacionismos y demás males que
nos separaran y nos destruyen. Danos la gracia que nos impulse a trabajar unidos, a
valorarnos como pueblo sin despreciar a los demás, a superarnos y crecer integral y
sosteniblemente, sin destruir y explotar al otro.
Ayúdanos a vencer la injusticia, la intolerancia, el egoísmo, la avaricia y todo
tipo de maldad que habita en cada ser humano. Danos el optimismo, la fe, la
esperanza y la fuerza para luchar juntos por una humanidad nueva en la cual todos
tengamos la posibilidad de disfrutar de las cosas bellas que tiene la vida. Que la
alegría de la salvación inunde nuestra vida y nos haga sentir hijos en plenitud. Amén.