Comentario al evangelio del Sábado 13 de Agosto del 2011
¿A qué se refiere Jesús cuando dice que hay que ser como niños? ¿En qué hay que parecerse a ellos?
No puede ser en la inocencia, porque esa no se recupera una vez perdida. Ni en la simpleza del
razonamiento, por que nuestra mente crece y se va haciendo irremediablemente más compleja. Ni en la
falta de juicio…
Yo creo que se refiere a la capacidad de sorpresa, de admiración. Los niños se emocionan con
pequeñas cosas, se ilusionan con las novedades, con los regalos. Si nosotros fuéramos capaces de
mantener la capacidad de admiración, de sorpresa, podríamos reconocer más fácilmente la obra de
Dios en nosotros, los regalos que nos hace cada día, la grandeza de un Todopoderoso que se digna
venir a nosotros para darnos su vida, ofrecernos su Palabra. Y ese reconocimiento nos predispondría al
agradecimiento, a la alabanza, a mantener viva la conciencia de que Dios es parte de nuestra vida; y
nos estaría invitando, como ocurre con los niños, a compartir el tesoro, la alegría, a comunicar a los
demás lo que tenemos, a hacerles llegar de alguna manera la Gracia de Dios que reconocemos en
nosotros.
Por eso la sencillez de los niños es todo un reto para nosotros. Es la actitud de María cuando reconoce
que el Poderoso ha hecho cosas grandes en ella, que se ha fijado en su pequeñez para llenarla de Gracia
(Magnificat). Es la actitud que está de fondo en las bienaventuranzas, que empiezan felicitando a los
pobres de espíritu (a los sencillos).
Reavivemos la capacidad de sorpresa, de ilusión, y dejémonos acariciar y bendecir (como los niños)
por Jesús; al levantar la cabeza veremos a todo un Dios que se acerca a nosotros para llenarnos de su
Amor, de su Gracia. Y seremos capaces de vivir la novedad del Reino con la ilusión del primer día, y
comunicarlo así a los demás.
CR